domingo, 20 de noviembre de 2016

MOSATROS

 

Carlos Jarabo Payá

Hace años, fui invitado a una tirada de patos en uno de los vedados de Sueca. Terminada la cacería, con discreto éxito ya que era bien entrada la temporada, nos reunimos en la Montanyeta dels Sants para comer una buenísima paella que allí mismo se cocinó. Había invitado el alcalde de Sueca entre otras personas a un señor catalán, joven, que tenía una cierta responsabilidad en temas de aguas en Cataluña.

En un momento determinado a lo largo de la conversación, le dijo el alcalde a este señor: ‘‘¡Que bé!, ¡vosté parla català, mosatros valencià i ens entenem!’’.

Esta manifestación espontánea del senyor alcalde de Sueca dilucidó por siempre para mí esta cuestión lingüística. Usted habla su idioma, nosotros el nuestro, que es diferente, pero nos entendemos. ¡Qué bien!

No debiera haber necesidad de acudir al filólogo musulmán Ibn Sid que en el año 1066, mucho antes de la Reconquista de Valencia, según nos recuerda José Boronat, se quejaba en uno de sus escritos de la dificultad de expresarse correctamente en árabe “habiendo de vivir familiarmente con personas que hablan romance”.

Que el origen del catalán sea galorrománico y el del valenciano iberorrománico es una idea interesante. Pero por encima de la literatura y la historia está el pensamiento, y la convicción del pueblo. Mosatros parlem valencià.

Me gusta la palabra mosatros por ese mismo motivo. Por que lo dice la gente. Igual lo emplea Blanes en Alcoi, Fos en El Perelló o Colomer en Vila-real. Incluso los utilizadores del nosatres, cuando se acalora el discurso o en un momento de descuido, vuelven al mosatros.

Hay valencianos que no hablan valenciano. Gentes apreciadas de Requena, Utiel, San Antonio, Calderón, Buñol, Yátova y tantos pueblos de la llamada Valencia castellana y en el propio cap i casal, que pienso que deberían ir aprendiéndolo poco a poco, sin presiones ni exigencias, porque el valenciano es una lengua muy bonita y muy dulce.

Ahora bien, yo creo que en la capital debíamos tener más consideración con ellos. Noticias y deportes en el canal autonómico siempre en valenciano desplazan a este auditorio a los canales que se expresan en castellano, para bien o para mal.

La entrevista de un castellanoparlante con un locutor que emplea exclusivamente el valenciano, no me parece un comportamiento del todo correcto.

Hay otros valencianos, castellanoparlantes, que conocemos el valenciano y lo empleamos cuando viene a cuento. Yo me encuentro entre ellos.

Una señora, no retuve su nombre, escribió hace algún tiempo en una carta al director de LAS PROVINCIAS algo así como que para ella el valenciano era una gracia. Para mí también, en el sentido que define este término el diccionario de la RAE: “Don natural que hace agradable a la persona que lo tiene”. Muchos que somos habitualmente castellanoparlantes disfrutamos hablando valenciano. ¡Qué valenciano el de la Marina! ¡Qué valenciano hablaba Miguel el barquero de Benidorm y su familia y sus amigos! ¡Qué valenciano tan dulce el de las chicas y las señoras de Sueca, Gandia y Cullera! Bueno, pues, ¿y el de Alcoi?

Finalmente, hay valencianos que no saben castellano, yo creo que poquísimos, o que les cuesta hablar en castellano, de estos algunos más. Bueno, pues opino que estos grupos deberían ponerse rápidamente a practicar el castellano, entre otras razones porque es una lengua preciosa que la hablan millones de españoles y de gentes de todo el mundo.

Ojo con cerrarnos con el valenciano. El valenciano no debe ser un idioma que nos separe o nos distancie del resto de los españoles.

Volviendo al principio. Vosté parla català, mosatros valencià i ens entenem. Que bé. Pues que siga el entendimiento y el que bé. Sin olvidar el castellano.


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