domingo, 20 de noviembre de 2016

MÁS HISTORIAS DE LA “NORMALITZACIÓ”


Por Ricardo García Moya
Las Provincias 11 de Septiembre de 1996

Los textos que este curso intoxicarán a los valencianos con el beneplácito institucional, insisten en la “científica normativització” de la lengua, dando a entender que fue gestada por desapasionados filólogos que desayunaban sintagmas, cenaban complementos circunstanciales y soñaban con la libertad sin ira.
Los libros de COU, por ejemplo, tras ridiculizar a la lengua valenciana asocian la catalanización con la lucha contra el fascismo y la intolerancia, destacando la labor de los filólogos del “grup de <>“; pero rehuyen informar sobre los colmillos ideológicos de estos querubines sardaneros. Completemos lo censurado.
Hacia 1890 era palpable el desastre colonial. En el Principado sin príncipe, los filólogos del “L´Avenç” se avergonzaban de la debilidad de España y --tras beber en Nietzsche y aturdirse con el Parsifal de Wagner-- proclamaron que los catalanes eran arios, sin conexión con la “raça fanática, enderrerira” de semitas españoles (“L´Avenç”, abril 1893).
En el círculo ario de “L´Avenç” se encontraban Pompeyo Fabra --que publicaba su Gramática en 1891-- ,y su compañero Casas, que exponía en “L´Avenç” sus “Estudis d´etnogenia catalana” con argumentos sobre la germanidad de Cataluña y las lenguas “arianas”. En julio del mismo año descubrían “científicamente” que los catalanes eran hermanitos gemelos de los alemanes de Francfort: “El ciutadá francfortés és el catalá d´Alemania” (p. 194).
En “L´Avenç” adoraban la naciente ideología que prometía una época áurea para las razas superiores. En la revista, los compañeros de Fabra alternaban prosodia catalana con soflamas de Nietzsche sobre el “nuevo amanecer guerrero de hombres fuertes de cuerpo sano, aristócratas de la Naturaleza, héroes europeos del mañana” (“L´Avenç”, 1893, p.197). El mañana de bombachos, bombos y bombas llegó en 1939 con los rubios chicos del III Reich.
Los filólogos de “L´Avenç” pregonaron su parentesco con los guerreros carlovingios, cuyo juramento se realizaba en “catalá de l´altra part del Pirineu” (¡je, je!), y lanzaron mensajes sobre el superhombre de Nietzsche en primera página: “Us ensenyo el Superhome. Es la bona guerra que justifica tota causa”.
Con el científico lema de la “la lletra am (sic) sang”, el grupo de carlovingios de “L´Avenç” utilizó idénticos argumentos para defender la supremacía de la raza pura y el catalán. Con titubeante ortografía, morfosintaxis y léxico (dudan, por ejemplo, entre am y amb; escriben fatxada, nosaltros, desenrotllament, janer...) exponen su admiración por la atronadora música aria, especialmente “Die Meistersinger”, de Wagner (L´Avenç”, mayo 1991, p.157) y las palabras con muchas consonantes.
Casas, el amigo de Pompeu Fabra, teoriza en “L´Avenç” sobre la “etnogenia” y pureza aria de Cataluña, pariente de la Caledonia que hablaba Plinio en el 79 d.C. Estos filólogos, preocupados por el superhombre catalán y la contaminación semita, son los que “científicamente” normalizaron a su gusto el idioma que ahora se impone con disciplina germánica para los que quieren sobrevivir en el Reino de Valencia, sean estudiantes de COU o locutores del sistema.
Las inquietudes sobre “etnogenia” propiciaron la creación de centros como el Museu d´Historia Natural de Banyoles, con un “negre dissecat” como vedette. Por cierto, en el reciente libro “El Pla de l´Estany” se hace propaganda de Banyoles destacando las avellanas y “els objectes emblemátics no comestibles, com el negre del museu, icona per a samarretes, souvenirs, pins” (p.83). Consideran objeto turístico no comestible al ser humano exhibido como una iguana o un jabalí.
Hubo catalanes enemigos de las locuras fascistas camufladas de lucha idiomática. En 1914, cuando disecaban el “Negre de Banyoles” y los lingüistas se excitaban con el superhombre, el irónico Pablo Perellada estrenaba “Il Cavaliere di Narunkestunkesberg”, ópera que ridiculizaba los mitos arios --”los Maestros Canteros, Sufrido, Tristón y Solfa. El Crepé de los Dioses y demás bellezas del ponderado Wagner”-- y la parafernalia teutónica. La crítica de Perellada hacia los lingüistas “carlovingis” barceloneses la reflejó en su sainete “Lo Gay Saber” y el protagonista de “Il Cavaliere di Narunkestunkesberg”, un disparatado empresario catalán de ópera apellidado Maynou.
Ha pasado un siglo desde que “L´Avenç” ensalzaba el Orden Nuevo y su Min Moderssprak (L´Avenç”, febrer 1891, p.46). Ahora, en 1996, las revistas “L´Avenç” y “Escola Catalana” --subvencionadas por la Generalidad de Pujol-- inundan bibliotecas de la Comunidad Valenciana con la misma finalidad que tenían los lingüistas “carlovingis”. El proyecto se ha plasmado en la inmersión catalanera en el Reino de Valencia, operación tutelada desde Frankfurt por el alemán Til Stegmann con sus “spracheregelungem” o leyes del lenguaje y su “Decáleg catalá” que son cumplidas escrupulosamente por los inmersores (¿semitas?).
Mientras, los que prometieron defender lengua y territorio valenciano, disimulan con la boca abierta mirando los cráteres de la luna de Barcelona; no sea que el superhombre nórdico les propine un capón como a Vidal-Quadras.



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