domingo, 20 de noviembre de 2016

EN PROFUNDIDAD

4/Diario de Valencia                                         OPINION                          Jueves, 5 de diciembre de 2.002

 

NO

Manuel Tarancon Fandos*



No. Rotundamente, no. Esa es la respuesta, tan categórica como monosilábica. Respuesta a que, o a quien, se preguntara el lector. Despejo la duda de forma inmediata. A resultas de analizar el libro de texto de la asignatura de “Valencia, Llengua i literatura” (nivel de primero de Bachillerato), de la Editorial Bromera, María Consuelo Reyna se interrogaba y me interrogaba sobre si “estaba de acuerdo con esto que se enseña a nuestros niños”. En su columna de opinión María Consuelo Reyna afirmaba que “a lo largo de todo el texto, se induce al alumno a creer en la pretendida unidad de las lenguas valenciana y catalana”. Y continuaba: “el texto esta escrito en catalán y pasan de las normas dictadas de la Academia Valenciana de la Lengua”.

Pues no, Rotundamente, no  estoy de acuerdo con lo que se enseña a nuestros chicos. Y me explicare, tan extensamente como sea necesario, para dejar las cosas en su sitio.

No puede estar de acuerdo “con estos que se enseña” quien, como conseller de Cultura y Educación ha dictado las normas precisas, a través de la Dirección General de Ordenación e Innovación Educativa y Política Lingüística, con el objeto de que los libros de texto, a fin de ser aprobados y autorizados por la Conselleria, -cito literalmente- deban “respetar la priorizacion y recuperación de las soluciones lingüísticas genuinas expresadas en el Acuerdo de la Academia Valenciana de la Lengua adoptado en la reunión plenaria de 25 de Marzo de 2002 (Resolución 10/2002), refundido y completado por el Acuerdo de 20 de Mayo de 2002 (Resolución 12/2002).

Aclarando, y escribiéndolo en roman paladino, lo que se afirma con el lenguaje administrativo citado líneas arriba: para que un libro de texto se ajuste a la legalidad y pueda ser autorizado su uso escolar en la Comunidad Valenciana, sus contenidos idiomáticos deben adecuarse a las variantes lingüísticas genuinamente valencianas aprobadas por la AVL, dejando de usar las catalanas. Justamente lo que no hace la editorial Bromera en el texto aludido, por lo que no cuenta con la preceptiva autorización de la Conselleria de Cultura y Educación. Lo hasta aquí manifestado tiene mas trascendencia de lo que pueda suponerse a primera vista, porque nos sitúa ante un acontecimiento que debe valorarse como un antes y un después en la historia de la lengua valenciana. Por primera vez, la AVL ha dictado una normativa de uso que ha permitido actuar a la Administración frente a quienes la vulneran. Por primera vez, la AVL, en definitiva,  ha marcado distancia entre valenciano y catalán. El  pueblo valenciano  la ha marcado desde hace siglos, pero es ahora cuando contamos con un ente normativo, con una academia, con la misión de determinar el idioma oficial de la lengua valenciana. Esta dando ya los primeros pasos. Felicitémonos por ello. Pero es mucho el camino que queda por recorrer. Tampoco debemos echar las campanas al vuelo. La consideración general de la lengua valenciana como lengua propia, arraigada en todas las instancias sociales, no deja de ser un objetivo tan lejano como ilusionante. Si vale una confesión personal, no pienso desfallecer ni un instante, allá donde este, en ir avanzando en esa dirección.

En ese camino, algunas reflexiones, algunas constataciones y la denuncia de algunos estereotipos –o simplemente falsedades objetivas- de quienes transitan en dirección contraria. Todos y cada uno –reflexiones, constataciones y estereotipos- merecían unas cuantas paginas. Limitémonos, entretanto, a su enumeración.

Primera reflexión. ¿Cuándo se concienciara la sociedad valenciana de que con denuncias aisladas de algunos –poquisimos- padres de alumnos respecto a los textos que se enseñan a sus hijos no vamos a ninguna parte? ¿Por qué  todos prefieren/preferimos que se apruebe la asignatura, no complicarnos la vida y, superada la materia, olvidarla después?.

Primera constatación. A resultas de la anterior reflexión.  Pese a haber cada vez mas alumnos  de y en valenciano, el uso social de la lengua disminuye. Esta claro por que. El modelo de lengua que los docentes trasladan desde la universidad a los estudiantes no es percibido como genuino por la sociedad valenciana.

Segunda reflexión. ¿Por que cuando se busca un texto para enseñar a los alumnos de Primaria el Conocimiento Medio solo encontramos los impresos por editoriales catalanas, por supuesto, en perfecto catalán? ¿Por qué todavía ninguna editorial valenciana ha decidido avanzar de la mano de la AVL y comenzar a publicar de acuerdo con la normativa del valenciano genuino dictado por la Academia?.

Tercera reflexión. ¿Por que los valencianos consideramos la lengua valenciana como nuestro patrimonio diferenciador y en cambio no hace mucho mas por usarla, defenderla y difundirla?

Segunda constatación. Las Normas de Castellón, tan sacralizadas como manoseadas, no se corresponden exactamente al valenciano enseñado y normalizado por y desde la universidad. Las Normas de Castellón se desnaturalizaron cuando pasaron por el tamiz del Institut d’Estudis Catalans.

Primer estereotipo.  Aquí hablamos catalán porque fueron catalanes, con Jaime I, quienes nos conquistaron y nos trasladaron su lengua. Imaginemos que aceptamos la premisa. Pero no tenemos porque dar por buena la conclusión.  Los romanos conquistaron y trasladaron su lengua -–el latín- a Hispania, la Galia y la Lusitania. ¿Alguien deduce por eso que el castellano, el francés y el portugués son la misma lengua?

Segundo estereotipo. Solo podemos salvar el valenciano si lo integramos en un conjunto de mayor extensión geográfica y demográfica. Tesis unitarista de quienes consideran al valenciano como un "subproducto" del catalán. La realidad constata, por el contrario,  que una lengua con tan solo unos centenares de miles de hablantes es capaz de producir una riquisima literatura, con Premio Nobel incluido.

Cuarta reflexión. ¿No se tratara en realidad de unificar la lengua para integrar los mercados editoriales, logrando catalanizar a un tiempo la lengua y el comercio del libro?

Tercera constatación (y final por ahora). Las posibilidades de futuro de nuestra lengua bandean entre la esperanza de la Academia  y la posición de la comunidad universitaria, alineada masivamente en la tesis de la subordinación del valenciano al catalán. Entre unos y otros, la fuerza mayoritaria: la sociedad valenciana. De su capacidad de reacción y su estima por la lengua valenciana depende el futuro de esta.

El papel de la Administración es fundamental. Pero solo será decisivo si cuenta con una sociedad concienciada tan “militante” como lo es la decisiva e influyente minoría social que transita por los campos del unitarismo lingüístico.


*Conseller de Cultura y Educación. 

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