Ricardo García Moya
Diario de Valencia 14 de Octubre de 2001
Un dogma inmersor, repetido desde Primaria al Doctorado,
afirma que la lengua valenciana es hija de la catalana. La pujanza de Cataluña
-que acaba de tener el Siglo de Oro literario en el XX- hace que sus filólogos
tengan un comportamiento expansionista y agresivo similar al de los castellanos
del 1600, cuando el español era vehicular del mayor imperio conocido, de Filipinas
a Valencia. Haciendo patria, los filólogos castellanos del 1600 también
afirmaban “científicamente” que la lengua castellana o española era madre de
la valenciana.
Paradigma del espíritu materno que provoca nuestro
idioma es Bartolomé Jiménez Patón (1589-1640), gramático castellano cuyo
prestigio es parejo al de Nebrija, Covarrubias o el Brocense. Este filólogo
racionalizó el estudio de los recursos poéticos, siendo su “Eloquencia
española” la base usada por autores como José Antonio Mayoral, titular de
Teoría de la Literatura en la Complutense (Mayoral: Figuras retóricas,1994); y
también fue precursor de la Grammaire Générale et Raisonnée de Port-Royal
(1660).
Respetando el texto de la edición de 1604,
reproducimos las líneas donde Patón alude al origen de los idiomas: "Y
así, entre los griegos, decirnos haber cinco maneras de lengua con diferentes
dialectos que son: la lengua Atica, lónica, Dórica, Aeólica y Común. Y en España
hay otros cinco, que son: la Valenciana, Asturiana, Gallega, Portuguesa. Las
cuales se han derivado de esta nuestra, quinta o principal y primera,
originaria Española” (Ximenez Patón, Bartholomé: Eloquencia española. Toledo,
1604, f.10 r). Como el cerdo, el libro de Patón no tiene desperdicio; analiza
con mesura los conceptos y explica sin histerismos extralingüísticos el
pleonasmo, el tmesis o la hipotiposis ; pero al comparar las lenguas peninsulares
-pese a que conoce la génesis latina- los razonamientos de Patón se envilecen,
proclamando que la lengua española es origen de las citadas. El gramático
miente y se transforma en un colaboracionista del expansionismo colonial,
donde espada e idioma trataban de avanzar al unísono.
Patón no llega a la desvergüenza del catalanismo actual,
al respetar la condición de lengua de la valenciana, junto a la portuguesa,
gallega y asturiana. Es decir, Patón no consideraba la lengua valenciana un
dialecto como el andaluz o murciano respecto al español; por el contrario,
destacaba que portugués, gallego y valenciano poseían sus dialectos. Sorprende
que también incluya el “asturiano”, y aquí nos encontramos con otra víctima
idiomática. La lengua asturiana comienza a llamarse bable -voz despectiva y no
asturiana- en el siglo XIX; pero en el 1600 todavía era habitual en Asturias y
zonas de León, si bien desde los cartularios medievales apenas tuvo
manifestación escrita. No obstante, en el vigente “Estatutu del Principáu
d´Asturies” se ha reconocido la existencia de la “Llingua Asturiana” y de su
defensa se encarga “l’Academia de la Llingua Asturiana” como órgano oficial.
Algo que debiera sonrojar a la troupe política que ha instaurado la academia
catalana de Ascensión y Hauf.
Las intenciones de Patón no eran tan dañinas como las
del chiringuito de Ascensión, cuyo fin es liquidar la lengua valenciana. El
gramático castellano sólo quería ensalzar su lengua por encima de otras, pero
respetaba hasta la pronunciación de nuestros antepasados cuando hablaban la
lengua de Cervantes. Criticaba el “vicioso zezeo” andaluz, pero no el nuestro:
“en Valencia, al contrario, y aquí no’ es vicio, sino natural pronunciación de
aquel Reyno; por c ponen s, como diciendo mersed, sapato, alcusa” (Patón:
Epitome de ortografía. Baeza, 1614, f.19).
De todas formas, los vecinos nos roban la cartera al
menor descuido. Por los años en que Patón convertía la lengua española en
madre putativa del valenciano, el historiador murciano Cascales (apellido, no
mote), afirmaba que Morvedre no era la antigua Sagunto, sino Cartagena: “aquella
ciudad que antes se decía Sagunto, y allí poco se començó a decir Cartago”
(Discurso de la ciudad de Cartagena, 1598). En 1600, los valencianos se
limpiaban cierto sitio con las opiniones impresas del Patón y el Cascales, pues
tenían claro lo del idioma y que Morvedre ocupaba el área de la antigua Sagunto
(la preferencia inmersora por Sagunt busca arrinconar el topónimo Morvedre,
creación de los mozárabes valencianos).
El equilibrio de los gramáticos desaparece cuando
caen en el delirio nacionalista. Por el 1600, los filólogos castellanos más
atrevidos comenzaron a invertir la relación entre latín y español; es decir,
sugerían que el idioma del Lacio procedía de la tierra de María Sarmiento. Un
caradura, el licenciado Luis de la Cueva, lo tenía claro: “pruébase que la
lengua latina ha tomado mucho de la española (...) los latinos tomaron letras
de los de España, y todas las palabras que son comunes a españoles y latinos,
es más probable los latinos haberlas tomado de España” (Diálogos de las cosas
notables y lengua española. Sevilla, 1603) Todo encajaba, la lengua del Imperio
no sólo era madre del valenciano, sino del latín.
Los filólogos expansionistas, como ahora, contaban con
la simpatía y amparo de los gobernantes. El gramático que cuestionó la
supremacía del latín, Luis de la Cueva, dedicó su obra al terrorífico Fernando
Niño de Guevara, inquisidor general del Imperio, cuya efigie fue inmortalizada
por el Greco para acojone de herejes gramaticales. Ahora no nos ponen ferrets
calents en els collons o la figa como en 1600, pero los tarancones que bailan
los nanos al catalanismo marginan del mundo laboral y académico a quien no
aprende la lengua de Cataluña, no la valenciana. En nuestros días, los Niños de
Guevaras elevan dialectos a idiomas, y viceversa; así, el aranés era una cómica
jerga de sainete que, caritativamente, la Real Academia calificaba como
“variante del gascón” (D.R.A.E.), pero a Cataluña no le gustaba tener un
dialecto que supeditara lingüísticamente Arán a Francia, por lo que los del CIU
y PP le dieron categoría de idioma y a tomar por el saco. Ningún filólogo dijo
ni mu, aunque habría que verlos si la Generalidad valenciana -en lugar de engañar-,
hubiera titulado a la academia de Ascensión como de la lengua valenciana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario