Por Ricardo García Moya
Las Provincias 30 de
Noviembre de 1998
Aquí,
en Alicante, la mayor parte de mis vecinos proceden de otras comunidades,
pareciéndoles más normal llamarse levantinos o mediterráneos que valencianos.
Sus raíces trasplantadas de Albacete o Lugo son abonadas con la confusión de
los medios. En el suplemento en catalán de un diario madrileño, edición de la
Comunidad Valenciana, el cronista Tato escribía: "Tirant lo Blanc. en l'eloqüencia del seu origen català"
("EI Pais", 19-XI-98). No sabemos qué documento habrá hallado el
doctor Tato para alterar la valencianía de Martorell y su obra: EI día
anterior, otro rotativo dedicaba el suplemento escolar a ensalzar la catalana
voz "tardor"
("Información", 18-XI-98), olvidando las valencianas "otony y
primavera d'estiu".
Los
que han hallado en Alicante su nuevo hogar debieran saber que los alicantinos
se sentían tan valencianos como los nacidos junto al Micalet. Del Cenia al
Segura, nuestros antepasados formaban frondosos árboles genealógicos cuyas
ramas sombreaban todo el Reino. Empresas militares comunes y matrimonios como
el de "Feliciana Sánchez de Alicante
con Andrés Balaguer, labrador del lugar de Ruzafa" (octubre de 1663),
establecían sólidos lazos. Estos novios presentaron su limpieza de sangre en un
impreso donde constaba la denominación del territorio: "Nos, los Inquisidores en el Reyno y
Ciudades de Valencia". Observen que Valencia era el topónimo que
abarcaba todo, como bien sabía el canónigo Tomás Daroca de San Nicolás de
Alicante, que informó sobre: "Feliciana Sánchez, natural de Alicante, hija
de Gaspar Sánchez, vecino de Alicante y natural de Xátiva; abuelos maternos Francisco Pelisari de Alicante, y Ana
Bosch de Alicante, christianos viejos de limpia sangre, sin mácula ni
descendencia de moros, judíos, luteranos conversos, ni de otra secta."
Los
alicantinos sentían orgullo de su valencianía, y no hubieran consentido que les
llamaran levantinos, como vulgares montes o vientos; o mediterráneos, como si
fueran sardinas o mejillones. Prueba de ello la tenemos en un linaje ilustre de
Alicante, el de los Mingot, descendientes del Mingot francés de nación, que
decía el seudo Febrer. En 1687, Francisco Mingot colaboró en un libro sobre San
Francisco Javier, dedicado a Ana de Austria. La obra contenía poesías de
autores que expresaban su nacimiento o nacionalidad: José de Sada, caballero
aragonés; Gerónimo Cerda, de Mallorca; Francisco de Olaegui, de Navarra; y,
encabezando una endecha, "Francísco Mingot, theólogo valenciano de
Alicante" (Gonçález, F. R.: Sacromonte de las musas de los Reynos de
España, 1687, p. 52).
Entre
las poesías en castellano, latín y valenciano hay una donde el autor se
identifica como "una pluma grave,
de la ciudad de Alicante", y aprovecha la ocasión para ensalzar la
lengua propia y censurar la ajena, hecho que contrasta con el misticismo de los
otros poetas. Titula su composición "Romance
valenciano". aludiendo a la denominación de la lengua, no a una rima
variable o distinta del octosílabo asonante castellano. Consciente de que está
cometiendo una pillería literaria por descuidar las alabanzas a San Francisco,
comprime en dos estrofas el concepto de que "els valencians entenem" que es más pobre la lengua castellana
que la valenciana. EI alicantino argumenta que: "Puix que he escrit en
Castellá,/ tambe escriure en nostra Ilengua / que en Valencia será propia / y
en Castellà serà Grega". Todo está claro, salvo algún incorrecto y
sospechoso acento (¿mano "normalitzadora" del siglo XX?).
Aunque
"la pluma grave de Alicante" no especificara que escribe en
valenciano, no podríamos confundirlo con el catalán o castellano del XVII.
Hallamos diminutivos como "genteta, animeta"; terminaciones de
abstractos "riquea, baixea"; uso del dígrafo africado,
"antorcha del cel" (v.
28). Los estrambóticos guioncitos fabrianos brillan por su ausencia en los
enclíticos, "pagarli son
servisi" (v. 61). La arena no
es "sorra", "peus per la arena"
(v. 21 ) y la "mara vella"
(v.16) no la normalitza en "meravella".
EI alicantino usa el sustantivo "carrera"
con valor semántico de competición entre águila y caballo, "per lo ayre fet águila en la carrera" (v. 56),
siendo un testimonio que legitima esta voz en lengua valenciana no la ridícula
"cursa" del IEC.
Por
otro lado, los alicantinos defendían celosamente sus fueros valencianos. En
1645, el portavoz de la ciudad de Alicante se jactaba ante el Almirantazgo de Castilla, recordando
que la Corona de Castilla no tenía
jurisdicción en el Reino de Valencia, "por fueros de este Reyno" (A.
Cor. Aragón, Leg. 888, 1645). Nada expresa mejor la fidelidad alicantina que
las palabras del fray Jayme de Alicante, pronunciadas en el templo de S.
Nicolás durante las fiestas de 1661. En ellas recordó la participación de la
ciudad en el ejército del Reino de Valencia, en la Guerra dels Segadors, contra
los catalanes: "Tú, Alicante,
fuiste la primera que te ofreciste con gente de guerra al cerco de Tortosa.
Vive para el alivio de las necesidades, y vivan todas las Ciudades de este
Reyno fiel".
En
1998, los nuevos alicantinos no se enterarán del pasado común. La inmersión
deforma y controla todo -desde Canal 9 hasta las guarderías- sembrando odio
entre las ciudades hermanas.
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