Ricardo García Moya
Diario de Valencia 13 de Enero de 2002
Igual que Giner apellido y mes de enero, Machancoses
es incómodo para la inmersión por su origen y morfología, siendo revelador que
la Gran Enciclopedia Valenciana -que cuelga el sambenito de catalán a todo
apellido aragonés, valenciano y provenzal-, al glosar la figura del músico
José Mª Machancoses silencie taimadamente que es cognomen regnícola. De
momento no lo han prohibido, pero supongo que en un futuro veremos a miembros
de esta familia catalanizar su grafía en Matxancosas. Los poseedores del linaje
realizan variopintas actividades, desde vender muebles a reses, com fan els
ganaders Machancoses, populars per sa ganaderia en les corregudes de bous (en
catalá, “cursa de toros”), bou en corda y atres barbaritats paregudes.
Árbol brotado en el Reino, sus ramas no sombrean más
territorios, pues apenas hallamos a Carmen Machancoses en Madrid y a su
hermana Amparo en Barcelona. Los genealogistas sugieren una etimología
compuesta que tendría raíces en los “marchants” valencianos medievales, de
aquellos que hablaba Jaume Roig, “un marchant” (Espill, h. 1460), y también el
barroco Mulet: “un inarchant pera que compre" (Bib.Nac. Ms. Inf. Tellina,
h. 1660); pero no está tan claro (¿raíz mozárabe de “macha”?). Lo tangible es
la presencia de un enigmático doctor Machancoses en versos coetáneos de Carlos
Ros, en la Valencia ilustrada: “ixqué el Doctor Machancoses” (Bib. Serrano
Morales, Ms. 6563, any 1745, f.4). El apellido, por tanto, existía antes de
1707 (el doctor tendría, lógicamente, un progenitor nacido entre 1660 y 1680);
y el recopilador de la composición no fue “coloquier” de ripios escatológicos,
al adornar los primeros folios con sentencias latinas de Quintiliano, Ovidio y
Séneca.
Los Machancoses, como todos nosotros, sufren la agresión
del fascismo catalanero que margina al independiente y premia al sumiso. La
reacción de la gran familia Machancoses es extensiva a las de un radio de 90
km de Valencia ciudad; ya que en Alicante -aunque son corderitos ante la
catalanización- impera la indiferencia y odio hacia lo valenciano por parte
de manchegos, andaluces y castellanos llegados en el siglo XX. En la familia
abunda el que finge que no pasa nada, y escasea el Integro Machancoses (¡ánimo,
Santiago!) que mantiene año tras año sus convicciones sin más recompensa que
desprecio e incomprensión. Los jóvenes Machancoses ya han pasado por la
trituradora catalanera que articuló el Cipriano y perfeccionó su hermana y San
Zaplana. Así, al concurso literario catalán del Ayuntamiento de Aldaya, “área
de desenvolupament”, se presentó un Machancoses con la redacción “Els poders
del subconscient”, llena de barbarismos y arcaísmos ordenados por el Institut
d’Estudis Catalans: milotxa, sortida, mentre, esser, rutlla, petita, aquest,
etc. Es lo que exige la extrema derecha catalanera a los blandos valencianos
para optar a les safanories d’or.
El núcleo familiar señala a Picasent, y de ahí es el
Machancoses que aparece en carteles catalaneros de fiestas como “ramader” o
dueño de “ramaderia”; voces inexistentes en el idioma valenciano. Es cierto
que emparentados con rama poseemos los vocablos ram, ramera, ramat, enramá...
pero no algunos derivados castellanos y catalanes: ramita, ramas, ramader,
ramaderia, ramalloleries, etc. El valenciano “ramat” equivale al conjunto de
cosas, sean centímetros, académicos o moscas: “de Valencia a Barcelona hiá un
ramat de llegües” (Escrig: Dicc. 1887, ent. A); y en todo el Reino utilizamos
las voces patrimoniales “ganat, ganader, ganado, ganaderies”, que no son
castellanismos, según aprecia hasta el enemigo: “ganado es de uso tan
universal en Valencia, desde el Norte al extremo Sur, que no es frívolo
sospechar mozarabismo y no castellanismo” (DCECH) Este comentario de Corominas
es corroborado por la documentación; no obstante, en el diccionario catalán
que Gulsoy y Cahner publicaron en 1992 les cuesta reconocerlo: “la unanimitat
d’aquesta denominació des del Penyagolosa a Crevillent en dubtem,
pensant també que si ganato (sic) hagués existit en mosasárab" (DECLLC).
Más claro lo tenía Isabel de Villena en el siglo XV,
cuando en valenciano usaba el sustantivo “ganado” en la prosa mística; igual
que los escribanos en lengua valenciana de la Cancillería Real: “ganados no es
tinguen ahon perturben” (Ord. costa Regne Valencia, any 1573, p. 29); y el
humanista Pou en su diccionario: “lo mostí del ganado” (Thesaurus, 1575); o el
notario Exulve, que recoge “ganader” y “ganado major” (Preaclarae artis.
Valencia, 1643); también el culto dominico Mulet: “ganao quant va a pasturar”
(Bib. Nac. Ms, Inf. Tellina, h. 1660); así como el catalán Rosanes que,
escuchando a los suecanos, anotó en su vocabulario valenciano: “lo fem del
ganado” (Voc. 1864); y, por acabar, en los aforismos catalanes traducidos al
valenciano: “molt alerta deus estar si el ganao” (Aforismes, 1864) Tras este
rollo, y como son tan racionales los catalaneros ¿sería mucho pedir que
ofrecieran alguna documentación de “ramader” y “ramaderia” en idioma
valenciano? Me refiero, claro, a obras anteriores a las escritas pensando en
los florales juegos de Barcelona, a fines del XIX.
Me gusta la voz Machancoses, extraña al catalán y
castellano. Me traslada a la época de libertad en que el doctor Machancoses
convivía en el manuscrito dieciochesco con palabras nacidas en el Reino:
“figuera plena de pampols, sarpeta del gat, rosí desllomat, tremontana, pancha
par amunt”, etc. La inmersión taranconiana se burla de estos vocablos,
olvidando que “tremontana” pertenece al idioma valenciano medieval: “tremontana”
(St.Vicent, Serm. I, 165, 27); y nos prohíbe el verbo “desllomar” (f.39), despreciando
que es valencianismo derivado del “llom” surgido en la Edad Media y
presente en clásicos como Jaume Roig. Los etimólogos del IEC son como los
Morancos (patosos y bien pagados), pues sentencian que el valenciano “sarpa”
no aparece hasta Escrig, en 1851, cuando en el manuscrito de 1745 tenemos
documentado incluso el diminutivo “sarpeta del gat” (f. 41) Los finolis de la
Generalidad creen que el sustantivo “pancha” -con la ch de Machancoses-, lo
inventó Escalante mientras comía conill en tomata, cuando en realidad es
clásico y literario: “la pancha” (Espill, 1460).
Me acaba de llegar la publicidad de los cursos de
falso valenciano que organiza el Ayuntamiento de Alicante, con las fotograflas
de la falsa “Gramática valenciana” de Bromera y un libro del catalanero Enric
Valor. Se iniciarán, dic se me envicien ¿eh?, San Zaplana tolera los apellidos
Giner y Machancoses.
en, en “gener”; y es que los valencianísimos
dirigentes del PP han prohibido la clásica “giner”. De momento, pero no
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