martes, 13 de septiembre de 2016

LOS HETERODOXOS MACHANCOSES



Ricardo García Moya
Diario de Valencia 13 de Enero de 2002

Igual que Giner apellido y mes de enero, Machancoses es incómodo para la inmersión por su origen y morfología, siendo revelador que la Gran Enciclopedia Valenciana -que cuelga el sambenito de catalán a todo apellido aragonés, va­lenciano y provenzal-, al glo­sar la figura del músico José Mª Machancoses silencie tai­madamente que es cognomen regnícola. De momento no lo han prohibido, pero supongo que en un futuro veremos a miembros de esta familia cata­lanizar su grafía en Matxan­cosas. Los poseedores del lina­je realizan variopintas activi­dades, desde vender muebles a reses, com fan els ganaders Machancoses, populars per sa ganaderia en les corregudes de bous (en catalá, “cursa de toros”), bou en corda y atres barbaritats paregudes.
Árbol brotado en el Reino, sus ramas no sombrean más territorios, pues apenas halla­mos a Carmen Machancoses en Madrid y a su hermana Am­paro en Barcelona. Los ge­nealogistas sugieren una eti­mología compuesta que ten­dría raíces en los “marchants” valencianos medievales, de aquellos que hablaba Jaume Roig, “un marchant” (Espill, h. 1460), y también el barroco Mulet: “un inarchant pera que compre" (Bib.Nac. Ms. Inf. Tellina, h. 1660); pero no está tan claro (¿raíz mozárabe de “macha”?). Lo tangible es la presencia de un enigmático doctor Machancoses en versos coetáneos de Carlos Ros, en la Valencia ilustrada: “ixqué el Doctor Machancoses” (Bib. Se­rrano Morales, Ms. 6563, any 1745, f.4). El apellido, por tan­to, existía antes de 1707 (el doctor tendría, lógicamente, un progenitor nacido entre 1660 y 1680); y el recopilador de la composición no fue “co­loquier” de ripios escatológi­cos, al adornar los primeros folios con sentencias latinas de Quintiliano, Ovidio y Séneca.
Los Machancoses, como to­dos nosotros, sufren la agre­sión del fascismo catalanero que margina al independiente y premia al sumiso. La reac­ción de la gran familia Ma­chancoses es extensiva a las de un radio de 90 km de Valencia ciudad; ya que en Alicante -aunque son corderitos ante la catalanización- impera la indi­ferencia y odio hacia lo valen­ciano por parte de manchegos, andaluces y castellanos llega­dos en el siglo XX. En la fami­lia abunda el que finge que no pasa nada, y escasea el Integro Machancoses (¡ánimo, Santia­go!) que mantiene año tras año sus convicciones sin más recompensa que desprecio e incomprensión. Los jóvenes Machancoses ya han pasado por la trituradora catalanera que articuló el Cipriano y per­feccionó su hermana y San Zaplana. Así, al concurso lite­rario catalán del Ayuntamien­to de Aldaya, “área de desen­volupament”, se presentó un Machancoses con la redacción “Els poders del subconscient”, llena de barbarismos y arcaís­mos ordenados por el Institut d’Estudis Catalans: milotxa, sortida, mentre, esser, rutlla, petita, aquest, etc. Es lo que exige la extrema derecha cata­lanera a los blandos valencia­nos para optar a les safanories d’or.
El núcleo familiar señala a Picasent, y de ahí es el Ma­chancoses que aparece en car­teles catalaneros de fiestas como “ramader” o dueño de “ramaderia”; voces inexisten­tes en el idioma valenciano. Es cierto que emparentados con rama poseemos los vocablos ram, ramera, ramat, enramá... pero no algunos derivados castellanos y catalanes: rami­ta, ramas, ramader, ramade­ria, ramalloleries, etc. El va­lenciano “ramat” equivale al conjunto de cosas, sean centí­metros, académicos o moscas: “de Valencia a Barcelona hiá un ramat de llegües” (Escrig: Dicc. 1887, ent. A); y en todo el Reino utilizamos las voces patrimoniales “ganat, gana­der, ganado, ganaderies”, que no son castellanismos, según aprecia hasta el enemigo: “ga­nado es de uso tan universal en Valencia, desde el Norte al extremo Sur, que no es frívolo sospechar mozarabismo y no castellanismo” (DCECH) Este comentario de Corominas es corroborado por la documen­tación; no obstante, en el dic­cionario catalán que Gulsoy y Cahner publicaron en 1992 les cuesta reconocerlo: “la unanimitat d’aquesta denomi­nació des del Penyagolosa a Crevillent en dubtem, pensant també que si ganato (sic) ha­gués existit en mosasárab" (DECLLC).
Más claro lo tenía Isabel de Villena en el siglo XV, cuando en valenciano usaba el sustan­tivo “ganado” en la prosa mís­tica; igual que los escribanos en lengua valenciana de la Cancillería Real: “ganados no es tinguen ahon perturben” (Ord. costa Regne Valencia, any 1573, p. 29); y el humanis­ta Pou en su diccionario: “lo mostí del ganado” (Thesaurus, 1575); o el notario Exulve, que recoge “ganader” y “ganado major” (Preaclarae artis. Valencia, 1643); también el culto dominico Mulet: “ganao quant va a pasturar” (Bib. Nac. Ms, Inf. Tellina, h. 1660); así como el catalán Rosanes que, escuchando a los suecanos, anotó en su vocabulario valenciano: “lo fem del ganado” (Voc. 1864); y, por acabar, en los aforismos catalanes traducidos al valenciano: “molt alerta deus estar si el ganao” (Aforismes, 1864) Tras este rollo, y como son tan racionales los catalaneros ¿se­ría mucho pedir que ofrecie­ran alguna documentación de “ramader” y “ramaderia” en idioma valenciano? Me refie­ro, claro, a obras anteriores a las escritas pensando en los florales juegos de Barcelona, a fines del XIX.
Me gusta la voz Machanco­ses, extraña al catalán y caste­llano. Me traslada a la época de libertad en que el doctor Machancoses convivía en el manuscrito dieciochesco con palabras nacidas en el Reino: “figuera plena de pampols, sarpeta del gat, rosí desllomat, tremontana, pancha par amunt”, etc. La inmersión ta­ranconiana se burla de estos vocablos, olvidando que “tre­montana” pertenece al idioma valenciano medieval: “tre­montana” (St.Vicent, Serm. I, 165, 27); y nos prohíbe el verbo “desllomar” (f.39), des­preciando que es valencianis­mo derivado del “llom” surgido ­en la Edad Media y presen­te en clásicos como Jaume Roig. Los etimólogos del IEC son como los Morancos (pato­sos y bien pagados), pues sen­tencian que el valenciano “sarpa” no aparece hasta Es­crig, en 1851, cuando en el manuscrito de 1745 tenemos documentado incluso el dimi­nutivo “sarpeta del gat” (f. 41) Los finolis de la Generalidad creen que el sustantivo “pan­cha” -con la ch de Machancoses-, lo inventó Escalante mientras comía conill en to­mata, cuando en realidad es clásico y literario: “la pancha” (Espill, 1460).
Me acaba de llegar la publi­cidad de los cursos de falso va­lenciano que organiza el Ayuntamiento de Alicante, con las fotograflas de la falsa “Gramática valenciana” de Bromera y un libro del catala­nero Enric Valor. Se iniciarán, dic se me envicien ¿eh?, San Za­plana tolera los apellidos Gi­ner y Machancoses.

en, en “gener”; y es que los valencianísimos dirigentes del PP han prohibido la clásica “giner”. De momento, pero no

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