lunes, 16 de mayo de 2016

LAS BARBAS DEL VECINO



Jorge Borrás Frago.
Asociació Cultural Lliterana “Lo Timó”
La Llitera (Huesca)
Junio-2005


DIVISION LINGUISTICA PANCATALANISTA DE ARAGON



Unos ciudadanos catalanes han emitido hace poco un “Manifiesto” en el que se quejan con amargura de la nefasta situación política que se vive Cataluña por culpa del monopolio nacionalista, del que gobernó antes y del que gobierna ahora. En esa denuncia se pueden leer –entre otras cosas- que: “la táctica del nacionalismo catalán consiste en el conflicto permanente, en la pedagogía del odio, en romper vínculos, en el nacionalismo como obsesiva respuesta. Ese nacionalismo ha sumido a Cataluña en la decadencia política”.

A veces es necesario escuchar a los demás para poder hablar de nosotros mismos; y en este caso se hace necesario, porque en Aragón ese perjudicial modelo del nacionalismo catalán tiene entre nosotros aliados y defensores, imitadores y copistas, admiradores y club de fans. Esa identificación ha llevado a algunos aragoneses a coaligarse con el nacionalismo catalán para acudir juntos a Europa y defender sus intereses y proyectos comunes. Esa aparente similitud de siglas les está obligando a otros aragoneses a disculpar con el silencio sus actitudes y salidas de tono, a callar y mirar para otro lado cuando la lógica les debería llevar a la crítica y el rechazo. Ambos no han entendido todavía que ese nacionalismo catalán les sonreirá y abrazará mientras les resulten útiles y de provecho, que les tratará como iguales mientras no les lleven la contraria ni se opongan a ninguno de sus disparatados deseos.
Este manifiesto de esos catalanes rebeldes es producto de la cotidiana injusticia de vivir en una sociedad con guetos lingüísticos y cuadernos de caligrafía en cursiva, de sufrir una sociedad de la palabra, el pensamiento y la cultura única. Esos hombres valientes prefieren padecer la respuesta anunciada del insulto y la descalificación a su denuncia antes que seguir tragando inquina y guardar silencio durante más tiempo.
En ese manifiesto nos avisan a los demás del riesgo de imitar determinadas imposturas que se han convertido en reglamentos de orden cerrado. Nos advierten de los nocivos efectos secundarios de aplicar semejante fórmula; de las negativas consecuencias de copiar el discurso del nacionalismo catalán del ANTI-algo y el ANTI-alguien como única manera de afirmar la identidad propia.
Ese manifiesto nos debe llevar a los aragoneses a reflexionar sobre nosotros mismos, y debe conducir a algunos a reconocer lo perjudicial de tener como modelo y ejemplo esa política del agravio y el egoísmo superlativo, de reconocer el ridículo y el absurdo de ese nacionalismo soberbio y excluyente que está en continua contradicción con los principios fundamentales de la solidaridad y la igualdad entre los pueblos.
Ese manifiesto nos entrega a los aragoneses el aviso, la predicción de un futuro imperfecto y parcial, la urgente necesidad de renunciar a semejante horizonte antes de que sea demasiado tarde, antes que desde algunos despachos se empiecen a emitir credenciales de adictos al régimen, de indeseables y desafectos, listas de buenos y malos aragoneses. Antes que en los foros de la nueva patria cuelguen nuestra fotografía en blanco y negro y nos califiquen como “enemigos del pueblo”, antes que dibujen nuestra silueta en los callejones oscuros de su odio
Ese manifiesto nos advierte a los aragoneses de la necesidad de abandonar ese camino que sólo lleva al enfrentamiento y la división, la conveniencia de cerrar esa puerta y marcar las distancias, la obligación de mirar más por el bien común que por los intereses de idea o partido, la necesidad de buscar una expresión política que concilie en un solo acto la afirmación propia y el reconocimiento ajeno.
Ese manifiesto nos advierte a los aragoneses que debemos cambiar todo esa estridencia y ese orgullo que se atraganta por algo más humano y cívico, de encontrar una deseada forma de convivencia alejada de la negación y el desprecio. De aplicar los principios del respeto mutuo y el encuentro, del paisaje y el futuro compartidos.
Nuestro vecino ha pedido trasquilar su barba, que algunos aragoneses escuchen el aviso y pongan las suyas a remojar y deshagan por fin ese estéril nudo. Porque si no rectifican y cambian ahora quizás deberíamos pensar que en realidad les gusta embriagarse con vino peleón y ser el muñeco de un ventrílocuo. Si no renuncian ahora quizás deberíamos creer que están de acuerdo con ese lenguaje y ese estilo, que piensan, quieren y defienden las mismas ideas, que desean para Aragón el mismo futuro insensato y divisible.






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