jueves, 22 de octubre de 2015

LA GRAN ÉPOCA DE ALFONSO V


Por: Ricardo de la Cierva

El cual provenía de Castilla, pero fomentó por encima de todo la política mediterránea de su nuevo reino, y supo _comunicar ese horizonte a su hijo, el gran Altonso el Magnánimo, III de Valencia y V de Aragón, que reinó entre 1416 y 1458. Naves valencianas sometieron Cerdeña y tomnaron la ciudad de Nápoles; el almirante valenciano Ramón de Corbera, en lucha con la Casa de Anjou, rompió las cadenas del puerto de Marsella y tomó por asalto la ciudad; luego el Rey Magnánimo donó las cadenas a Valencia, junto con el Santo Grial, una reliquia legendaria de1 medievo. Su reinado marca el apogeo de la gran cultura ­valenciana en la Baja Edad Media, que se prolongó has­ta los albores de la Edad Moderna. Los intensos contactos con Italia cuajaron la conexión valenciana con las corrien­tes del humanismo, y fray Antonio Canals, traductor del Valerio Máximo a la que él llama lengua valenciana, con­trapone su obra a las traducciones realizadas en lengua catalana; un testimonio del que huyen los pancatalanistas comno sobre ascuas. Pero esa misma lengua fue elevada has­ta las cumbres de la lírica europea de su tiempo por un caballero del rey Alfonso, Ausias March, que liberó al va­lenciano de provincialismos espúreos y supo conferir a sus poemas la impronta del clasicismo. Lo mismo haría, en generación siguiente, Joanot Martorell, autor de la novela primordial Tirant lo Blanch, calificada por Cervantes en el Quijote como «el mejor libro del mundo». Martorell dice escribir «en vulgar lengua valenciana», a la que el propio Cervantes en el Persiles se refiere como «graciosa lengua valenciana con quien sólo la portuguesa puede competir en ser dulce y agradable». Son también célebres Joan Esteve, autor de un Liber elegantiarum; Jaume Roig, que escribió L'espill o llibre des les dones; sor Isabel de Villena, autora de una memorable vida de Cristo, novelada. El pri­mer diccionario de una lengua romance se Compuso en Valencia, y en valenciano se imprimió (junto con partes  en italiano y castellano el primer libro en que se copió el invento de Gutenberg en España, las Trobes en Lahors de 1a Verge Maria, que se conserva en la Universidad ­de Valencia y tuve en mis manos en 1974, con la emoción~ que puede suponer el envidioso lector. Se propagan por entonces el fabuloso Misteri d'Elig (Misterio de Elche escrito a fines del siglo XIII (1265), y el Cant de la Sibila, dos monumentos de la lengua. Eran tiempos de esplendor general en el reino. Se creaba la Taula de Canvis y la, primeras grandes instituciones benéficas en favor de los marginados de la sociedad. El siglo daba dos papas valen­cianos, Calixto III y Alejandro VI; de la familia valenciana de los Borja (a quienes los horteras de la Historia siguen lla­mando en España Borgia) se convirtió en la más famosa del mundo. Algún italiano despistado, sin saber de qué iba la cosa, quiso llamarles catalanes; con el mismo criterio podríamos llamar venecianos a los Medici. Pero nombrar a estas alturas, como hacen los pancatalanistas y los txar­caltecas, amén de varios académicos castellanos esquiro­les, a March y Martorell representantes de la literatura ca­talana, cuando ni por lengua, ni por cultura, ni por política. ni por administración, estaba Valencia integrada en Cata­luña, es un interesado disparate mucho más grave que in­cluir a don Alfonso X el Sabio en la literatura portuguesa. a Miguel de Unamuno en la literatura vascuence o a Jose Ortega y Gasset en la literatura argentina.

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