domingo, 20 de septiembre de 2015

LA CEGUERA DE CUPIDO


 Por Ricardo García Moya
 Las Provincias 28 de Febrero de 1999

La ceguedad de Cupido no fue física en la iconología clásica. Vidente ser alado en el arte helenístico, la ceguera aludía a las aleatorias emociones por él regidas. Posteriormente, las metafóricas frases "caucus amor" o "caeca libido" de los poetas clásicos fueron trasladadas al lienzo y mármol por los artistas renacentistas, transformando en ciego al travieso dios menor. Los errores iconológicos, difíciles de enmendar, no siempre son espontáneos. Pongamos como ejemplo el comentario de Corominas sobre unos versos a "N.ª S.ª dels Desemparats de Catalunya", en que advierte que "no hacían referencia a la po pular devoción valenciana" ("Hist. Lit. Catalana", pág. 267), sino a una imagen venerada en Barcelona. La ambigüedad del lingüista sugiere la existencia de una advocación nacida paralelamente en Cataluña, no inspirada en la valenciana.
Aceptaríamos esta tesis si no supiéramos que lo valioso del Reino, sea gastronómico o taumatúrgico suele apetecerles en demasía. Piensen que en 1874, mientras el 7.º de Caballería perseguía a los cherokees unos catalanes establecidos en Nueva York publicaban la "Llumanera de Nova York", con historias como ésta: "AI entrar en Barcelona, de donde era originario San Vicente Ferrer" ("Llumanera de Nova York", n." 42). Poco antes, el catedrático Ballot insistía en que "Ausias March Catalán había nacido en Cervera" no en la del Pisuerga o en la de Alhama sino en la leridana (Ballot, J.: "Gramática y apología", Barcelona,1814).
Para analizar el embrollo hay que recordar que, desde principios del XV, existía una cofradía en Valencia dedicada a dar cristiana sepultura a los muertos desamparados en la vía pública, a los ejecutados por la justicia y a los cadáveres de los náufragos que devolvía el mar. Con privilegios reales y papales (la reina María residía en Valencia y los papas eran del Reino), los cofrades tenía como advocación la "Mare de Deu dels Inocents y Desamparats". Corominas quizá olvidó que esta devoción se extendía más allá del Reino, como demuestra que los Caballeros de la Orden del Malta, en el XVII, " iniciaran la construcción de la gran basílica de los Desamparados en la isla homónima, y que el propio Felipe IV venerara su imagen en el Palacio Real.
A imìtación de la valenciana se instituyó en Barcelona otra cofradía con idéntica mìsión: enterrar cuerpos de ajusticiados. Una de las imágenes se encontraba en la iglesia del Pi de Barcelona, siendo patrona de marineros y "ensiams" (sic) o aprendices. Estos iniciaban su trabajo a los seis o siete años, falleciendo en gran proporción por la escasa alimentación y las condiciones draconianas. Era lógico que se acogieran a la Virgen de los Inocentes Desamparados (en recuerdo de los infantiles degollados por Herodes). En la iglesia de San Agustín de Barcelona se veneraban otras tres imágenes, y en la Isla de Buda -junto a la peligrosa desembocadura del Ebro- los pescadores la tenían como protectora. Esta devoción quizá se relacionara con la tarea de enterrar dignamente a los náufragos ahogados por parte de la cofradía valenciana.
Los fideuers barceloneses también la adoptaron como patrona, y es curioso que la voz fideu, según los etimólogos, sea una creación de los mozárabes valencianos (DCECH). No vamos a especular sobre si fueron de origen valenciano los fideuers de Barcelona (idea no tan absurda, pues hace años, los heladeros de Xixona copaban la ciudad condal), pero sí tendremos en cuenta un detalle que ningún etimólogo quiere ver: las poesías editadas en Barcelona y citadas por Corominas están escritas íntegramente en lengua catalana, salvo la advocación de la Virgen, que está en idioma valenciano: Nostra Senyora dels Desamparats (no "Desemparats"). Otro detalle que confirma el origen regnícola de la devoción catalana es que en Valencia se celebraba la fiesta en diciembre, antes de trasladarse a mayo; en Barcelona, antiguamente, también coincidía el festejo en el mismo mes.
Las poesías narran cómo, peligrando el navío, un marinero pidió auxilio a la "Mare dels Desamparats". Esto sucedió en 1519, cuando la popularidad a la Virgen valenciana estaba en su apogeo. En consecuencia, parece fuera de duda que la Mare dels Desamparats catalana es la misma que se adoraba en el Reino, aunque los artesanos y artistas, olvidando el modelo original, crearan una variable iconológica. Y también queda claro que los catalanes suelen confundir la nacionalidad de nuestros santos, escritores e invocaciones marianas.

Hay errores casuales, como el de la ceguera de Cupido, pero otros pueden iniciarse con una ambigüedad premeditada y acabar con la Mare dels Desamparats vestida de pubilla barcelonesa. EI ejército de inmersores que vive de la catalanización tiene tiempo e inteligencia para jugar con nosotros. Les cuento un detalle: los que diseñaron los cuadernos Gripau (voz catalana que, como ustedes saben, equivale a la valenciana "sapo"), temerosos de alguna reacción, hicieron creer que el barbarismo eran siglas de "Glossarí, Recomanacions i Instruccions per a les Proves d'Accés a la Universitat". Ahora han comprobado que puedan dar catalán sin camuflajes acrósticos. La Generalidad, como Cupido, es ciega.

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