lunes, 19 de enero de 2015

EN DEFENSA DE LA LENGUA VALENCIANA



Por: Ricardo de la Cierva

Uno de los profesores valencianos que solicitó el manifies­to, Alfons Cucó, luego senador socialista, publicaba en 1971 un libro, El valencianisme polític (Valencia, Imp. Cosmos) bajo el patrocinio de una fundación catalana y con prólo­go del profesor E. Giralt. El libro es muy interesante, aun­que elude por completo el problema de la lengua valencia­na en relación con los objetivos del pancatalanismo; para adentrarse en los aspectos políticos del valencianismo. Ins­crito en el comando catalanista de la universidad valenciana, Cucó intenta, en este libro, no destruir sus posibilida­Jes políticas de futuro alineándose descaradamente con e1 pancatalanismo. En todo caso, y aparte de su trasfondo, eI libro ofrece datos y perspectivas históricas de sumo in­terés. No hay en él más que una referencia marginal a San­chis Guarner, de quien no se aduce teoría alguna. Las citas literarias- de Joan Fuster tampoco endosan sus aberraciones históricas y lingüísticas.

El mismo año de la muerte de Franco, el ministro de Educación Cruz Martínez Esteruelas creaba, por decreto 4 de febrero de 1975, el Departamento de Lingüística VaIenciana en la Universidad de Valencia. Por entonces un distinguido intelectual alicantino, notable historiador, el doctor Vicente Ramos, publicaba un libro de máximo inte­rés informativo, Pancatalanismo entre valencianos. El autor se ha visto acosado por persecuciones anticientíficas por parte del «comando». Ramos aduce una importante cita valencianista de Salvador de Madariaga, en plena contra­dicción con su firma que prestó para el infundado manifiesto de los académicos en 1970. Don Salvador había escr­ito: «Valencia no quiere ser otra cosa que Valencia. Su lengua difiere lo bastante de la catalana para poderse per­mitir gramática y vocabularios, si sus literatos quisieran construírselos, como lo han hecho los catalanes a la suya.» las gramáticas y esos diccionarios existen, como ya sabe lector; Madariaga no tuvo tiempo de leerlos. Por esta epoca Manuel Sanchís Guarner, azuzado por los pancata­nistas, radicaliza sus posiciones; Cremades ha mostrado _desnudamente las aristas -a veces contradictorias- en la evolución del «mestre indiscutible». Y en 1977 otro distinguido intelectual del Reino de Valencia, Miquel Adlert, _publica una resonante palinodia. Sabemos que Adlert ha­bía fundado en 1939 una editorial catalanista en Valencia. ahora, en 1977, publica su libro En defensa de 1a llengua llenciana, jamás citado por los pancatalanistas, que tra­tan de sepultarle entre escombros de silencio. Su primera confesión es tajante: «ME ENGAÑARON». Hace historia de los avances del catalanismo en Valencia durante la República; revela que en 1951, durante un viaje a Cataluña, advierte eI engaño y comienza su reconversión. Denuncia a Joan Fuster como director de la campaña catalanizadora en Va­lencia, y fija el arranque de esa campaña, en su última fase, en el año 1962. Y arroja la culpa de la catalanización a los propios intelectuales valencianos; especialmente a cier­tos poetas. Su compañero de aventuras editoriales, Xavier Casp, formula también su retractación. Inútil es decir que Alfonso Cucó los ha borrado absolutamente en su libro.

El valencianismo encontró, el año 1979, un inesperado aliado nada menos que en el más famoso político catalán de la transición, el difunto marqués de Tarradellas, que declaraba en Hoja del Lunes de Alicante de 23 de octubre de 1978: «¿Países Catalanes? Soy reacio a ese concepto. Nunca han existido ni existen los Países Catalanes.» Ese mismo año un intelectual valencianista militante, Vicente Simó Santonja, publicaba su documentadísimo alegato, ¿Va­lenciano o catalán?, que nos ha servido de guía para este estudio. Y un intelectual catalán, el profesor Luis Rubio, catedrático de filología románica en la Universidad de Mur­cia, publica sus Reflexiones sobre la lengua catalana que constituyen la hasta ahora más importante y fundada crí­tica a la reforma del catalán por Pompeu Fabra. Esa refor­ma se hizo, según Rubio, por y para Cataluña. Se monto sobre el habla de Barcelona; fue obra personalista, sin el necesario equipo asesor; y bajo la obsesión anticastellana. que veía en todas partes castellanismos que derivaban na­turalmente, como había sucedido en el castellano, del ro­mance original. (Cremades, Normativa..., p. 59.)

A1 año siguiente, 1971, la Academia de Cultura Valen­ciana reedita, actualizada, la Normativa ortográfica de Luis Fullana. Aparecen interesantes libros de iniciación infan­til y juvenil valenciana, editados por otra benemérita ins­titución, el Grup d'Acció Valencianista, como las obras de las profesoras María de los Desamparados Licer y María Pilar Hervás Nelo i Carmeta (1983) y Desperta (2.° nivel) de 1979. Ya en 1981 la Academia de Cultura Valenciana publica una obra de envergadura: Documentació formal de 1'ortografia de 1a llengua valenciana, que provocó lo que nunca había conseguido una gramática: un acto de adhe­sión multitudinaria en el monasterio de Santa María del Puig, que consiguió millares de firmas de destacados inte­lectuales, artistas y profesionales.


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