miércoles, 8 de mayo de 2013

VIDA DE SANT VICENT FERRER, APOSTOL D’EUROPA (VII)


BIOGRAFÍA E HISTORIA DE SAN VICENTE FERRER


SAN VICENTE FERRER.
En la vida de san Vicente existen ciertas lagunas que no nos permiten conocerla con exactitud, por ejemplo sus intervenciones en la posterior legación de Pedro de Luna en las diversas Coronas de la Península Ibérica. También le encontramos en Valencia: interviniendo como árbitro en una sentencia entre los religiosos y el resto del clero, transcrita por su mismo padre; predicando una de las Cuaresmas en la ciudad y otra en Segorbe; o dedicado también a la enseñanza, pues fue nombrado profesor de Teología en la Seu valenciana (1385 1390).
Elegido Papa Pedro de Luna, que tomó el nombre de Benedicto XIII, en 1394, le llamó a su lado y le nombró su confesor y teólogo. Pero al Maestro Vicente no le gustaba el clima que se respiraba en la Curia pontificia de Avignon. Se le ofrecen dignidades cardenalicias y obispados que rechaza; sufre interiormente la división de la Iglesia; finalmente, se ausenta del palacio papal y se hospeda en el Convento de Dominicos de la ciudad. Al sufrimiento interior se añade la enfermedad y la muerte que parecía avecinarse. En esta grave enfermedad, concretamente el 3 de octubre de 1398, es de capital importancia, una visión sobrenatural, pues cambiará el rumbo de su vida: se dedicará desde entonces a la predicación itinerante. Con frecuencia aludirá a ese día y a ese cambio.
A partir de este momento se consagra de lleno a la predicación como legado a Latere Christi, como Apóstol de Cristo, recorriendo siempre a pie, hasta que lo permitió su salud buena parte de la Europa occidental.
Vicente como predicador insistirá en la renovación y conversión interior, en la reforma de las instituciones y en la unidad de la Iglesia, manteniéndose partidario de los Papas aviñonenses. Glosando las bíblicas plagas de Egipto (Éxodo 7,14 12,34), dirá: "La novena son las tinieblas: durante tres días estuvieron los hombres y las mujeres que no se veían el uno al otro; y significaba el tiempo del cisma. ¡Oh, qué tinieblas tan fuertes! Los tres días significan los tres Papas que ahora son: el Papa Juan, el Papa Gregorio y el Papa Benedicto; y cada uno tiene grandes doctores y personas santas que tienen a cada uno como realmente Papa y no conocen cual es el verdadero". A partir de su intervención en el Compromiso de Caspe en 1412, los frecuentes encuentros con el Rey Fernando, el Papa Benedicto XIII y, posteriormente, con el Emperador Segismundo, hablan de esta preocupación por la unión de la Iglesia. El 6 de enero de 1416, Vicente Ferrer en Perpignan leerá el documento de la sustracción de la obediencia al Papa de Avignon de la Corona de Aragón. El año siguiente se elegirá a Martín V y será reconocido como único Papa por toda la Cristiandad.
Vicente nunca quiso revelar el secreto de su cambio personal ante el Cisma, la clave de su evolución que generó su distanciamiento de Benedicto XIII. Su gesto fue reconocido por muchos. Supo cumplir heroicamente con su deber de conciencia y su serenidad y actitud tranquilizaron a muchos.
El escrito vicentino que más ediciones e influencia ha tenido a lo largo de los siglos es su Tratado de la vida espiritual, posiblemente redactado hacia 1407 como respuesta a las preguntas formuladas por un novicio que quería caminar y progresar en la espiritualidad encarnando el ideal de la predicación vivido según el estilo y en la escuela de santo Domingo de Guzmán. En él, Vicente no sólo muestra el conocimiento de los autores espirituales más prestigiosos en aquel momento, sino que además deja entrever su vivencia de dominico observante. Está vertebrado por ideas tales como una referencia permanente a Santo Domingo, la imitación de los mayores en la Orden para conformar con ellos su Vida, la valoración de la pobreza y de la austeridad, destacando la obediencia y el amor al estudio conjugado con la oración. Todo ello al servicio de una única misión: la de ser útil al prójimo.

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