sábado, 22 de diciembre de 2012

EL “FORMATGE AMB MADUIXES” DE ALBAL




 Por Ricardo García Moya
 Las Provincias 13 de Diciembre de 1998

Sé que  los publicistas de la  Granja  Rinya agradecerán que la cite, pues si han Ilenado Alicante con publicidad en catalán, será para promocionar la empresa. Es evidente que la costosa inmersión está obteniendo frutos. En la Feria de Alimentación de Alicante, ciertas  empresas valencianas ya usaron el catalán para promocionar los productos, aunque la más modélica, como les decía, fue la Granja Rinya de Albal que, "amb saviesa", está ampliando "la seva gama amb formatge amb maduixes per a Iliscar i amanides". Son tan "cultes" estos empresarios de Albal que han abandonado el posesivo "seua" y la preposición en; los sustantivos "fraules, freses y ensalades"; así como el ancestral lo, creando curiosas mutaciones semánticas, por ejemplo: "Lo más natural es lo auténtico", lo traducen en "Alló més natural és alló més auténtic". Como es lógico, en Albal son libres de promocionar el catalán e ignorar la lengua valenciana.
De  lo  patético  pasamos a lo normal: En la fornida Almansa del XVII  -ovejas, cerdos, murallas, esparto y, quizá algún antepasado de En Juan Romero- se celebró la canonización de San Pascual Baylón con gran esplendor.  A nosotros, como valencianos,  nos  interesa  la crónica que describe las construcciones efímeras del interior de la iglesia de Santiago pues testifica la presencia del idioma del Reino en Castilla no en AIbal. Así, al describir el jeroglífico situado junto a la capilla mayor, constata el cronista que "contenía tres Lenguas: Valenciana, Castellana y Latina" (Cortés, P. L.: Demostraciones  festivas. Madrid 1693, p. 60).
EI libro fue dedicado al príncipe de Sabeli publicándose en la  Imprenta Real de Madrid gracias a la generosidad -ahora diríamos subvención- de  D. Joseph López "Regidor de AImansa  natural de ella y Gobernador General de los Estados de Chinchón". Entre tanto noble castellano encontramos al culto autor de la crónica, el Doctor Pedro Luis Cortés, "Rector de la Parroquia de la Villa de Ibi"; hecho que explica la descripción de los milagros obrados por San Pascual en Ibi cuando "dexó su Patria y se vino al Reyno" (P. 16).
En las alegorías del altar mayor, unos "versos valencianos" mostraban  elementos  léxicos ahora prohibidos desde Barcelona. En la frase "atre Sant mes Santisim" (p. 60), aparece el condenado  "atre", indefinido que nació en la prosa de los Furs jaiminos, retozó entre versos de Jaume Roig y fue sacrificado en el matadero del IEC. Hoy, la vigente y falsa Gramática Valenciana de la Generalidad  (Ed. Bromera)  impone el arcaísmo "altre" y el barcelonés "altri" (p. 106) . En otro verso leemos: "EI u pera el Sant" que los normalizadores transformarían en "el un". En 1693, en Castilla no usaban términos ambiguos para aludirnos, como vemos en las octavas del fraile  manchego Antonio Faxardo: "Pascual, aragonés en nacimiento, castellano en esfuerzo, y valenciano en religión", (p. 133). Respetaban nuestro gentilicio, lengua y título del territorio; a nadie se le hubiera ocurrido en Almansa, Albacete o Albal llamarnos levantinos en presencia del retor de Ibi Pedro Luis Cortés, fiscal de la justa poética.
Comparar estos libros con los actuales es lacerante.  Tengo aquí la lujosa "Obra completa" de Ausias March (Ed. Barcanova) acabada de salir del febril fogón barcelonés. Tras  estos trabajos suele aparecer el típico erudito canadiense o australiano, especialista en un tema, pero cegato respecto a la historia e idiosincrasia secular de nuestro Reino. Elásticos sociales e intuitivos, saben de qué pie cojean los que reparten subvenciones, adobando subliminalmente sus ensayos.
En este caso el autor es el conocido catalanista inglés Robert Archer (Londres,  1948), el cual ha recibido una opípara subvención de la Generalidad (¡ay!) valenciana. A cambio, el sabio pregona que Ausias March no escribió en valenciano, sino en "català desprovençalitzat",  y que espera que "la seva lectura sigui avui" un  placer por la "seva vellesa" (p. 20). EI libro ha ingresado veloz en las bibliotecas regidas por la Generalidad valenciana (¡uf!), y mantenidas con nuestros impuestos (¡ay!). Mister Archer, cumplidor, confirma a los que le han subvencionado que "hem regularitzat d'acord amb I'ortografia moderna del català" los poemas de March. También dice Mister Archer que para esta depuración marchista ha utilizado como detergente el falso Diccionario valenciano de la Generalitat (Ed. Bromera); el mismo mamotreto que nos ordena usar "no pas, altri, a més a més, noi, Ilur, però, amb", etc.
No paran. Esta semana, con la excusa del SIDA, la Generalidad ha inundado los centros de enseñanza con unos panfletos a todo color en perfecto catalán. Importa poco que el SIDA progrese, el objetivo es destruir la lengua  valenciana.  Igual  que Canal 9, el panfleto sólo utiliza las formas verbales ampurdanesas: "ofereix, exísteix, aconse- gueix,  persisteix, produeix, recobreixen, seguiexen, disminueix, decideixes...". En consecuencia, es natural que el pueblo se irrite cuando los políticos anuncian un incremento de "la ayuda al valenciano", pues supone miles de millones que entregarán a la inmersión catalana. En 1693, en Almansa se utilizó la lengua  valenciana; hoy, en 1998, hasta el "formaget en freses" se traduce al barcelonés "formatget amb maduixes".

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