sábado, 23 de junio de 2012

HISTORIA Y FUNDACION DE VALENCIA Y SU REINO (y VIII)




Febrero 20, 2008
Extraido de Wikipedia.

En 1957, la Gran riada de Valencia tuvo graves consecuencias económicas para la ciudad y su huerta y obligó a desviar el cauce del Turia para prevenir futuras inundaciones, lo cual dotó a la urbe de un gran espacio verde central en el antiguo cauce. Posteriormente y ya en la etapa siguiente se constituirá el proyecto actual.
Fernando Martínez Castellano fue el primer alcalde de Valencia al inicio de la etapa democrática.
En 1979 Ricard Pérez Casado, es investido como alcalde de la ciudad , desarrolla el primer Plan General de Ordenación Urbana, inicia las obras del parque del viejo cauce y construye el Palau de la Música. En los años 80 comenzó la construcción del Metro de Valencia del que hay cuatro líneas y continúa todavía en expansión.
Durante el golpe que tuvo lugar el 23 de febrero de 1981 el capitán general Milans del Bosch toma la ciudad de Valencia con la compañía de carros de combate perteneciente al batallón de infantería Vizcaya 21 con base en Bétera.
Posteriormente la ciudad pasará a ser la capital administrativa de la Comunidad Autónoma Valenciana, constituida formalmente en 1982.
Notas
La VALENCIA MÁGICA (I)
Desde una concepción filosófica de la vida, la magia es algo que impregna constantemente nuestra existencia. Esa actitud llevada a la práctica permite al ser humano ver en cada cosa, en cada lugar, un aspecto mágico que podría pasar desapercibido cuando nos acostumbramos a verlo todo de un modo profano.En este caso, hablar de la Valencia mágica nos llevará a recordar algunas de sus tradiciones, acontecimientos y hechos que llevan, indudablemente, el sello de lo prodigioso, lo mistérico o simplemente lo legendario, pues de todo encontramos en la historia de esta tierra.Valencia vive a orillas de un mar tranquilo y sosegado, sensación que transmite al espíritu del valenciano. Un mar que nos trae en su brisa mensajera un agradable olor a yodo y sal, pero también el olor de la Historia, de la tradición, de la cultura, de antiguas civilizaciones que lo surcaron con sus barcos y que no dudaron en asentarse en tan bellos y fecundos parajes.
Un mar amenazado hoy, como tantas otras cosas, por la ignorancia y la barbarie del hombre de este siglo **; un mar que antaño era orgullo y señal de hermandad entre muy distintos pueblos alejados físicamente por miles de kilómetros; por ello se le llamó el Mare Nostrum, «nuestro mar». Jamás el nombre de un mar fue tan sencillo y a la vez cargado de un sentido tan fraternal.Este mar sirvió, como si de un gigantesco puente de agua se tratase, para unir civilizaciones a lo largo de muchos siglos. Antes de que las potentes naves del Imperio Romano surcaran sus aguas, lo hicieron los griegos, y anteriormente los fenicios, experimentados navegantes.Los primeros pobladores conocidos de estas tierras fueron los iberos, en concreto los llamados edetanos que, indómitos y toscos, independientes y guerreando entre sí, fueron encontrados por los industriosos fenicios que llegaron a nuestras costas hace unos 3500 años, si bien nos resulta difícil determinar las poblaciones a las que dieron origen.Más conocidas y famosas fueron las fundaciones griegas que, mucho tiempo después (800 años aproximadamente), encontramos en nuestro litoral. Una de ellas, enclavada en el cabo geográfico que separa los dos golfos levantinos, fue denominada Artemisión, en honor a la Diosa Artemisa (la Luna, lo femenino), cuyo culto introdujeron en nuestra península. Los romanos, que llamaban a esta Diosa Diana, denominaron a dicho lugar Dianium, y de ahí su actual nombre de Denia, donde todavía podemos ver los antiquísimos restos de esta formidable atalaya.
También fueron solar estas tierras de ciudades llamadas a hacer Historia, tanto dentro como fuera de nuestra península. Cuentan historiadores y poetas que Hércules, al atravesar lo que hoy llamamos España, perdió en ella a su compañero Zacynto, y que en el lugar donde le dio sepultura consagró una ciudad, la cual tomó su nombre; esa ciudad era Sagunto. Pero hubo un Hércules egipcio, uno fenicio y otro griego, ¿cuál de estos pueblos, representado por el famoso semidiós, construyó las murallas de Sagunto? Hoy es opinión general entre los arqueólogos que su primitiva fundación se remonta a tiempos pre-históricos o, por lo menos, a aquellos remo-tísimos y oscuros en los que muchos pueblos co-nocidos levantaban construcciones ciclópeas o pelásgicas, de las que aún quedan restos en Sagunto.Algunos creen que la ciudad toma su nombre de navegantes y mercaderes griegos provenientes de la isla de Zacyntio. Según Tito Livio, gentes del Lacio vinieron a poblar la ciudad. De ser así, las estirpes más ilustres de la Antigüedad infundieron su genio y su cultura en aquella vetusta ciudad que, asentada a orillas del mar, acogía en su seno las naves extranjeras, mirando alegre al sol de levante, como buscando en sus primeros rayos la luz de la civilización que resplandeció en Egipto y Fenicia primero, en Grecia y Roma después.Fue esta última la que levantó el teatro que hoy despierta tantas controversias por su reconstrucción, teatro que nos encandila en las noches mediterráneas con su mágica belleza y nos evoca otros tiempos en los que trataba de enseñar profundas verdades a los hombres.En el inicio de las guerras púnicas, Aníbal cerca la ciudad, y tras una heroica defensa, ésta es destruida. Después del sitio de Troya no hubo otro más nombrado en la Antigüedad que el de Sagunto. Tito Livio cinceló sus hazañas en el bronce de la Historia, inmortalizándolas para que sirvieran de eterno ejemplo de lealtad y constancia.Fue este mismo historiador el que hizo aparecer Valencia en la Historia por primera vez, cuando menciona que corría el año 615 de la fundación de Roma (138 a.C.), y siendo cónsul en Hispania Junio Bruto, éste otorga a los que lucharon «bajo Viriato» las tierras cuyo nombre era Valencia. Esas dos palabras entrecomilladas hicieron correr ríos de tinta en dos direcciones bien distintas: unos pedían un origen lusitano o ibero para nuestra ciudad, otros defendían un origen romano.La Historia parece haber dado la razón a estos últimos, pues los más recientes descubrimientos arqueológicos practicados en la ciudad nos hablan del desenterramiento de las termas más antiguas de nuestra península (cerca de 100 años a.C.). Por los apellidos encontrados en distintas inscripciones sabemos, incluso, que los romanos que fundaron la ciudad provenían mayormente de Nápoles y Pompeya.
S obre el origen del nombre de la ciudad circulan distintas leyendas y versiones. Unos aseguran que Romo, vigésimo rey de Iberia, fundó la ciudad a la que se denominó Roma. Y entonces sucedió algo muy curioso. Cuenta la Historia que cuando los hombres que habían partido de Troya junto con Eneas, huyendo de la matanza y la destrucción, llegan al Monte Palatino, encuentran una ciudad que los latinos llamaban Valentia. Los troyanos traducen este vocablo a su idioma como sinónimo de fuerza y de valor y llaman a la ciudad Roma. Más de seis siglos después, unos romanos llegan a una ciudad a la que algunos llamaban Roma; ellos traducen este vocablo a su lengua y la llamarán Valentia, nuestra Valencia, quedando de este modo tan curioso unidas por su nombre y origen ambas ciudades.
Los romanos levantaron sus centros mágicos en lo que hoy se considera el centro histórico de la ciudad. Los templos a Diana y a Esculapio ocupaban lugares preferentes. Dichos lugares servirán para el posterior asiento de la Mezquita en época musulmana; los cristianos levantarán su Basílica a la Virgen sobre el Templo de Diana, la Diosa Virgen de los romanos, asociada con la Luna y los Misterios Femeninos; sobre el Templo de Esculapio se alzará la Catedral.
Así nació a la Historia Valencia, que tras el derrumbe del mundo romano y de un corto período visigótico, fue poblada por los cultos y laboriosos musulmanes que, en una época de gran esplendor, convirtieron la ciudad en uno de los más bellos jardines de su tiempo. Perfeccionaron los canales de riego y crearon un tribunal de corte oriental que todavía funciona después de más de mil años de existencia: el Tribunal de las Aguas, cuyos juicios son orales y sus sentencias reconocidas como legales, recordándonos esa época de oro donde la palabra de un hombre era suficiente.
Aparte del arroz, que ha hecho tan famosa a Valencia, los pueblos árabes traen sus grandes conocimientos de Medicina, Astrología, Alquimia, Matemáticas y los secretos que conseguían en nuestra cerámica los reflejos metálicos que luego se perdieron, hasta que recientemente parece ser que se ha vuelto a encontrar la fórmula que los producía.
Llamaron Al-Buhera a un gran lago de 14.000 hectáreas de superficie que hoy han quedado reducidas a 400. De ahí el nombre de Albufera que significa, justamente, lago. Y los Jardines de Ruzafa eran uno de los lugares más deliciosos de España

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