sábado, 5 de mayo de 2012

NACIONALISMO Y PATRIOTISMO



Juan Ferrando Badia (q.e.p.d.)

El 2 de enero de 1492 entraron los Reyes Católicos en Granada poniendo fin al último reducto político del Islam en la Península. Se nos ha dicho basta la saciedad que los Reyes Católicos fueron loa artífices de la "unidad nacional", de la unidad de España. Pero -como se ha dicho recientemente-, lo que unieron fueron las tierras, no las Coronas, Reinos, Principados, Señoríos..., que continuaron separados. "Los Reyes Católicos formaron un país (unión de tierras)", e iniciaron la construcción de la nación española; es decir, la unión de personas, sentimientos afines y de una empresa común: el descubrimiento, colonización y evangelización del Nuevo Mundo.
Los Reyes Católicos hicieron posible el deseo, en el presente, de vivir juntos..., y con diversidad de lenguas; "pero no tuvieron más remedio que formar antes un estado (dominación política de esta España desde el Reino de Castilla), ya que cada uno de esos pueblos no quiso perder sus fronteras, su libertad de decisión en la emisión de moneda, en el mantenimiento de sus tropas propias..., decidían si ayudaban o no a Castilla en sus guerras...", pero cada uno de esos pueblos eran naciones, en su acepción etimológica, eran Patrias.
La España de los Reyes Católicos hasta principios de la Monarquía borbónica (s. XVIII) era una unión personal de varios reinos. De diversas patrias o naciones o grupos de gentes nacidas y provenientes de un mismo lugar. Estamos en presencia del sentido estático de nación, equivalente al de patria, y así se les conocía por ejemplo en las Universidades... y en los diferentes estamentos.
Se decía nación gallega, nación aragonesa, nación catalana, nación valenciana... Esos pueblos, esas colectividades, para poderse llamar "naciones" o patrias deberían estar unidas por una cultura, una historia, una idiosincrasia y unos sentimientos comunes que impedían que desaparecieran.
Y tan sólo hubieran podido llamarse "naciones" en el sentido en que se utiliza esa palabra -a partir de la Revolución francesa- si hubieran afirmado su existencia "como una totalidad independiente concreta" y soberana (Leibholz).
Todas las nacionalidades o patrias ibéricas se han ido conjuntando a lo largo de los años, en lo que llamamos Nación Española y que soñaron y no pudieron ver, los Reyes Católicos. Los diversos reinos, condados y señoríos se han ido sintiendo solidarios en el suelo de España..., que tan sólo a principios del siglo XIX comenzó a sentirse como realidad existencial "independiente" contra las tropas napoleónicas..., como Nación Soberana.
El significado etimológico y primigenio de nación deriva -como ya se ha repetido tantas veces- del verbo latino nascor/nasceris/nasci/natus/sum (nacer), y tal fue el sentido que se dio al término en la época medieval. Por tanto, aludía, al origen geográfico y se utilizaba especialmente para designar, en el seno de una comunidad, a gentes llegadas de otros lugares.
Así, en las Universidades de París o Salamanca, los escolares eran agrupados por su nación u origen de nacimiento. En autores clásicos castellanos y de la Corona de Aragón (s.XIV-XVII) es fácil hallar, con frecuencia, pasajes en que el término nación es usado en su primitivo sentido, Joanot Martorell (s. XV) dice que escribo "Tirant Lo Blanch" en "vulgar Ilengua valenciana", lengua de la "nación de donde yo soy".
Por otra parte, digamos que la idea de patria existía ya desde la Antigüedad, y con ella se significaba el lugar de procedencia familiar, la tierra de los padres. Con este sentido se siguió empleando en la Edad Medía, como se puede comprobar consultando a los prohombres de la Escolástica, como por ejemplo, Santo Tomás de Aquino en su Tratado de Virtudes.
En la misma Edad Media se equiparaban los conceptos de patria (de pater, "padre") y de país (de pagus, "tierra", "campo"). Al hilo de nuestro discurso afirmamos categóricamente que patria no es nación en el sentido moderno con que venimos utilizando el término nación.
El término nación, en su acepción moderna, tomó carta de naturaleza a partir de finales del siglo XVII, y en el Continente -y desde un punto de vista político- en los siglos XVIII y XIX, a partir, fundamentalmente de la Revolución francesa, en 1789. El sentido dinámico de Nación se irá imponiendo;

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