miércoles, 23 de mayo de 2012

LA ALIMENTACIÓN EN EL MEDIEVALISMO VALENCIANO. UN TEMA MARGINADO. (VII)




Juan Vicente García Marsilla
Extraido de Internet

Más recientemente, el voluminoso libro de J. Guiral sobre el papel deValencia como puerto comercial ha aportado datos interesantes para el estudiode la alimentación (36). Abrumador en cuanto a la variedad de fuentes que utiliza, el estudio de Guiral peca de un excesivo descriptivismo, de
una redacción un tanto farragosa y de carecer de un hilo conductor que dé
coherencia a la totalidad del trabajo. En cuanto a la alimentación, es
especialmente interesante la segunda parte, dedicada a la importación y
exportación de productos, y la descripción de la dieta de los marineros,
aunque en general, el libro contiene numerosas noticias fragmentarias relacionadas
con los alimentos.
Cabría incluir también aquí las obras generales y de síntesis sobre la
historia del país que han aparecido últimamente, ya que, sin tratar el tema
alimentario de forma directa, hacen referencia a él al abordar la economía
y la sociedad (37). En Nuestra Historia J. Hinojosa da una visión general
de la vida de los valencianos en el siglo XV. Concebida con fines principalmente
divulgativos, la aportación de Hinojosa explica de manera sencilla
algunos aspectos importantes del problema alimentario: los abastecimientos,
los impuestos reales y algunas características de las industrias
de transformación de productos agrícolas, junto con una breve referencia a
la vida cotidiana, en la que se limita a glosar a Sanchis Sivera. Por su parte,
en la Historia del País Valencia A. Rubio Vela estudia los períodos de
hambre que se sucedieron en el siglo XIV, apuntando la teoría de que la
especialización del campo valenciano en productos especulativos, como el
arroz, el azúcar o el anís, orientados hacia la exportación, tuvo consecuencias
negativas para el abastecimiento de trigo. En esta misma obra,
P. Iradiel destaca las oscilaciones de las variables económicas en un mercado
políticamente intervenido; sus conclusiones, en cuanto a que la ciudad
estuvo, en líneas generales, bastante bien abastecida durante el siglo
XV, rompen con las interpretaciones anteriores, que pintaban un cuadro
dramático de permanente carestía de los mercados valencianos.

LA ALIMENTACIÓN VISTA DE CERCA

Hasta aquí hemos ido viendo como la alimentación emergía, de forma
insospechada, a lo largo de obras que no se habían planteado en absoluto
el estudio de este tema. La vida cotidiana, las instituciones o la economía
comprendían entre sus límites aspectos que nos habrán de ser útiles para
comprender el hecho alimentario, pero se trataba de acotaciones marginales
que iban surgiendo al hilo de un discurso completamente diferente.
Analizaremos a continuación aquellas otras obras -desgraciadamente pocas-
cuyo interés sí está centrado directamente en algún aspecto del proceso
alimentario. Por su temática y contenido las podemos agrupar en tres
bloques:
- Las que se ocupan del abastecimiento de la ciudad de Valencia.
- Las que estudian un producto concreto.
- Las que pretenden individualizar la dieta de un grupo social.
El problema del abastecimiento de la gran urbe valenciana, y las soluciones
que las autoridades locales se afanaron en buscarle, han sido el as-
pecto alimentario que más ha llamado la atención de los estudiosos. La
abundancia de referencias a este tema que aparecen en la documentación,
sobre todo municipal, ha propiciado la publicación de un cierto número
de artículos, que comenzó en los años 40, con una pequeña nota divulgativa
de M. Dualde Serrano (38). M.D. Cueves Granero (39) y F. Arroyo
(40) se ocuparon más tarde de señalar las líneas maestras del problema,
sin ofrecer datos concretos ni indagar en demasía sobre el porqué de la insuficiencia
crónica de alimentos que padecía la ciudad.
Esa falta de una base cuantitativa fue la que incitó a H. Rausell, D.
Guillot, M. Llop y E. Belenguer, a llevar a cabo la encomiable labor de sistematizar
las ayudas a la importación triguera que la ciudad concedió durante
todo el siglo XV, a partir de las cuentas de Clavería Comuna del Archivo
Municipal. Las fluctuaciones en las disponibilidades de grano, los
lugares de procedencia de éste y el monto total de los gastos son
minuciosamente señalados por estos autores (41).
El siglo XIV fue estudiado más tarde por A. Rubio Vela en tres interesantes
artículos (42) en los que relaciona por primera vez el problema frumentario
con los grandes temas-debate de la historiografía actual. En dos
de ellos se dedicaba al estudio de períodos de carestía muy concretos -el
mal any primer (1333), y las primeras décadas de la centuria respectivamente-
comparando la coyuntura local con la de otros puntos de Europa.
El resultado es una rica visión global del fenómeno de las carestías del
Trescientos y su distribución geográfica, con un análisis de las causas que
entronca con la historia del clima.
En cambio, el tercero pretende ser una síntesis global del problema
del abastecimiento, entendido como un aspecto importante de las difíciles
relaciones campo-ciudad. Esta parece ser la visión que se impone actualmente,
y que se empieza a aplicar no sólo al abastecimiento de trigo, sino
también al de otros productos básicos, como la carne (43).
En cuanto a los trabajos sobre un único producto, al ya mencionado
de M. LLOP sobre la carne, habría que añadir el de J. Guiral sobre el azúcar
y el artículo de R. Arroyo llera sobre la sal en el siglo XIII (44). Los
tres tienen en común la escasa atención que prestan al consumo, ocupándose
más de la producción, el mercado y el precio de estos
productos.
Por último están las obras que, estudiando algún sector social concreto,
nos dan alguna noticia sobre como era su alimentación. Son tam-
bien escasos, pero abarcan un amplio espectro social. Por ejemplo, las
cuentas de un viaje sirvieron a M.D. Cabanes para ofrecernos una descripción
cuantitativa de lo que comía el duque Alfonso de Gandía y su séquito
(45), De la dieta del clero sólo existe un estudio de V. Forcada sobre
ios dominicos, que parte, no de la realidad del consumo diario, sino de la
regla ideal que se contempla en el Tratado de la vida espiritual de San Vicente
Ferrer, (46)
El libro de A. Rubio Vela sobre los hospitales, y el estudio de la administración
de una tutela realizado por E. Guinot y A. Furió nos aproximan
a la alimentación de las clases populares (47). Y en cuanto a las minorías
religiosa, están los breves trabajos de A. Huici sobre la cocina hispanomusulmana
(48) y de J. Hinojosa sobre los judíos (49). Todos estos estudios
proporcionan noticias puntuales de gran interés que pueden servir
para ensayar una aproximación sociológica a la alimentación medieval
valenciana.
Esta prolija enumeración de libros y artículos puede llegar a darnos la
equivocada impresión de que la producción bibliográfica valenciana referente
al tema de la alimentación es abundante. Nada más lejos de la realidad.
No existe ninguna obra que se haya planteado siquiera el estudio del
proceso alimentario en la Valencia medieval como objetivo prioritario, y la
mayor parte de los artículos y libros citados lo han sido simplemente porque
nos ofrecen algún dato aislado sobre la cuestión que nos ocupa. Sólo
el abastecimiento de la urbe ha sido tratado con una cierta asiduidad,
aunque todavía queda mucho por decir en este aspecto (50). El reciente
ler Col.loqui d'História de la Alimentació a la Corona d'Aragó ha reunido
únicamente a siete autores valencianos, cuyos enfoques, algunos muy
distintos, representan las vías de investigación que actualmente se siguen
en nuestro país en este tema casi totalmente virgen (51). Da la impresión
de que la propia forma de tratar este tema que tuvieron los autores pioneros,
totalmente anecdótica, ha despertado el recelo de las nuevas generaciones
hacia el estudio de la alimentación. Al contrario de lo que ha sucedido
en Francia, Inglaterra o Italia, donde se ha intentado aprovechar ese
legado en lo que tenía de positivo, en nuestro ámbito ha producido el
efecto contrario, y el temor a ser considerados "historiadores de tono menor"
ha puesto límites a ese interés por los actos del "hombre común", tan
cacareado desde que penetró en nuestro país la influencia de la escuela
de los Annales.

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