martes, 6 de diciembre de 2011

LA CUARTA CRUZADA (y IV)



Mientras tanto estaba teniendo lugar muy lejos otro asedio no menos audaz: la flota veneciana bloqueaba el puerto de Constantinopla y los cruzados se disponían a rodearla por tierra. El aspirante al Imperio, Alejo, tenía partidarios dentro de la ciudad, por lo que el Emperador Alejo III optó por huir a Tracia. En agosto los cruzados entraron en Constantinopla y liberaron a Isaac II, que volvió a ser reconocido como Emperador juntamente con su hijo, Alejo IV Ángelo. Sin embargo, los dos Emperadores no fueron más que títeres en manos de los occidentales. Intentaron que los cruzados continuaran ahora su viaje hacia Tierra Santa, pero éstos querían todas las recompensas que Alejo IV les había prometido y el Emperador tuvo que explicarles que la tesorería del Estado estaba exhausta. Los cruzados no lo creyeron, pues habían oído toda suerte de historias sobre las riquezas de Constantinopla, y se negaron a marcharse sin cobrar lo que les correspondía.

El rey de Vuk Servia consintió en abdicar y devolver el trono a su hermano Esteban Nemanjic como resultado de una reconciliación propiciada por Sava, su otro hermano monje.

El rey Emerico de Hungría encarceló a su hermano Andrés para evitar una conspiración. El rey llevaba un tiempo luchando y persiguiendo a los bogomilos.

En Holanda murió el conde Dirk VII y fue sucedido por Guillermo I.

El rey almorávide Abd Allah murió cuando los almohades tomaron finalmente las islas Baleares. En África, Yahyá ibn Ganiya perdió sus apoyos y se convirtió en un simple bandido. Así desaparecen de la historia los últimos almorávides.

En Japón, el shogun Yoriie abdicó en su hermano Sanetomo y poco después fue asesinado.

El rey de Angkor Jayavarman VII inició una enérgica campaña contra el reino de los shampa.

Timuyin venció a sus antiguos aliados, los qarayt, se anexionó su territorio y luego pasó a atacar a las demás tribus de la región.

Los cruzados asentados en Constantinopla eran una amenaza para los bizantinos cada vez más alarmante. Durante los últimos meses no habían ocasionado muchos problemas porque habían acogido de buen talante la posibilidad de pasar unas "vacaciones" en una ciudad tan fastuosa de la que sólo habían oído maravillas. Sin embargo, este estado de cosas no podía durar y la población estaba obviamente descontenta, no ya con los extranjeros, sino también con los Emperadores que no hacían más que entretenerlos sin saber cómo resolver el problema. No tardó en surgir una facción partidaria de expulsarlos por la fuerza, y en enero de 1204 su cabecilla se casó con Eudoxia, una hija de Alejo III (que seguía vagando por Tracia, organizando una resistencia) y se proclamó Emperador con el nombre de Alejo V Ducas. Inmediatamente se apoderó del palacio y estranguló a Alejo IV. Se dice que Isaac II murió del disgusto. Luego el nuevo Emperador se dedicó a empujar a los cruzados al mar

Mientras tanto el invierno estaba acabando con la resistencia del Château Gaillard, asediado por Felipe II de Francia. Para resistir por más tiempo, los defensores hicieron salir del castillo a unas cuatrocientas personas, mujeres, ancianos y niños. Confiaban en que Felipe II los aceptaría como prisioneros, pero no fue así. Felipe II no los mató, pero no los dejó pasar. Los dejó en tierra de nadie para que los sitiados se vieran obligados a acogerlos de nuevo y sus provisiones se agotaran más rápidamente. El concurso de inhumanidad quedó en empate, pues ninguna de las partes cedió: ambas se quedaron observando cómo los desdichados morían de hambre y frío hasta recurrir al canibalismo. En marzo el Château Gaillard se rindió y esta victoria de Felipe II quebró definitivamente la moral angevina. Leonor de Aquitania murió pocas semanas después.

Volviendo a Oriente, el Emperador Alejo V fracasó en su intento de repeler a los cruzados. El 12 de abril se dio por vencido y huyó junto a su suegro Alejo III. A partir de ese día la actitud de los cruzados cambió radicalmente: ya no estaban en Constantinopla al servicio de ningún Emperador, sino que los bizantinos los habían traicionado y ahora iban a cobrarse con creces cuanto se les debía. Durante tres días, la ciudad fue sometida a un saqueo despiadado, sus mujeres fueron violadas, sus sacerdotes torturados, las obras de arte fueron sacadas de la ciudad, como los caballos de mármol que adornaban el hipódromo, que desde entonces están en la plaza de san Marcos de Venecia, y lo que no pudo aprovecharse fue quemado, fundido o destrozado. Santa Sofía se convirtió en el punto de reunión donde los borrachos se jugaban el botín a los dados mientras una prostituta presidía las juergas sentada en la silla del Patriarca.

La consecuencia más trágica de este saqueo (aparte del sufrimiento humano) fue que entre las "cosas no aprovechables" que los cruzados destruyeron a falta de algo mejor que hacer con ellas estaban los miles de libros distribuidos por las bibliotecas de Constantinopla. En estos libros se conservaba la práctica totalidad de la cultura griega antigua. Las demás bibliotecas importantes habían sido destruidas tiempo atrás por diversas especies de bárbaros (cristianos, germanos, árabes, etc.), de forma que el único lugar del mundo donde se conservaba íntegro el saber antiguo era Constantinopla... hasta que llegaron los cruzados. Algo se salvó, en parte porque los bizantinos lograron esconder algunos ejemplares y en parte porque, al fin y al cabo, los cruzados tampoco se pusieron a buscar libros como sabuesos. A esto hay que sumar los libros conservados en diversos monasterios y aquellos por los que los musulmanes, ya civilizados, se habían interesado en los últimos siglos y que de sus bibliotecas estaban pasando lentamente a Occidente, pero aun así, la parte conservada es mínima. Por ejemplo, hoy sólo conocemos siete obras de las cien que escribió Sófocles, y hay muchos autores, tanto en ciencia como el literatura, de los que sólo conservamos algunos fragmentos junto con algún comentario de que en realidad fueron intelectuales de primera línea. En suma, el saqueo de Constantinopla corrió un velo sobre el mundo antiguo que ya nunca podría ser levantado.

Cuando el terror empezó a amainar los bizantinos eligieron Emperador a Teodoro I Lascaris, que estaba casado con Ana, otra de las hijas de Alejo III. Sin embargo, los cruzados decidieron elegir a su propio Emperador. Después de unas disputas entre el marqués Bonifacio de Monferrato y el conde Balduino IX de Flandes, triunfó éste último, que fue coronado en Santa Sofía como Balduino I, Emperador Latino de Constantinopla, y obligó a Teodoro I a huir a Nicea. El Imperio de Balduino I se llamó Imperio Latino porque el idioma oficial pasó a ser el latín en lugar del griego. De todos modos, el Imperio era todavía un proyecto, pues los cruzados sólo controlaban realmente la capital. Enrico Dandolo se apoderó rápidamente de la costa oriental del Adriático, todas las islas, incluida Creta, y retuvo las dos quintas partes de la ciudad de Constantinopla. Balduino I concedió al dux el título de déspota (señor, en griego) y nombró un Patriarca de Constantinopla veneciano. Bonifacio de Monferrato conquistó Macedonia y el norte de Grecia y se erigió en rey de Tesalónica, teóricamente como vasallo de Balduino I.

Cuando Andrónico I fue asesinado por el populacho en la revuelta dirigida por Isaac II, su hijo Manuel murió con él, pero éste dejó a su vez dos hijos pequeños, Alejo y David Comneno, el mayor de los cuales tenía entonces tres años y que ahora tenía ya veintidos. Ambos habían sido criados por la reina Tamar de Georgia, de la que eran parientes. Con la ayuda de su madre adoptiva, Alejo se apoderó de Trebisonda (la antigua Trapezonte) en la costa del mar negro de Asia Menor y se proclamó Gran Comnemo, Emperador y Autocrátor de los Romanos (Alejo I). Su hermano David recibió el título de Señor de Heaclea, del Ponto y de Paflagonia. En la práctica los dos gobernaron como coemperadores un modesto territorio.
"Casualmente", los desórdenes en el Imperio Bizantino acabaron con las querellas internas en el sultanato de Rum, en el que Kayjusraw I logró ser aceptado definitivamente como sultán frente a su rival Sulaymán II, y no tardó en conquistar territorios bizantinos que le proporcionaron una salida al Mediterráneo.

En junio el ejército de Felipe II tomaba Ruán, la capital de Normandía.

La ruina del Imperio Bizantino había supuesto también la ruina de la Iglesia Ortodoxa, y el Papa Inocencio III no dejó escapar la ocasión. Creó un patriarcado de Bulgaria y en noviembre su legado coronó a Juan II Kalojan como rey de Bulgaria (aunque ya lo era) a cambio de que éste reconociera la soberanía de la Santa Sede.

El año anterior, Inocencio III había enviado a Pedro de Castelnau como legado ante el conde Raimundo VI de Tolosa para urgirlo a tomar medidas contra los cátaros o albigenses. El conde se negó a ello, pero, comprendiendo que Inocencio III era un enemigo poderoso, decidió romper la tradicional política de enemistad de los condes de Tolosa con los condes catalanes y entabló una alianza con el rey Pedro II de Aragón, con cuya hermana Leonor contrajo matrimonio. Al rey aragonés debió de preocuparle que la herejía pudiera manchar su reputación, porque poco después marchó a Roma para ser coronado por Inocencio III y renovarle su juramento de vasallaje y empezó a hacerse llamar Pedro II el Católico. Ese mismo año se casó con María, heredera del condado de Montpellier, junto al Rosellón, que se incorporó así a la Corona de Aragón. Otra de las hermanas de Pedro II, Constanza, enviudó ese año del rey Emerico de Hungría, que fue sucedido por su hijo Ladislao III, de cinco años de edad. Su tío Andrés ejerció de regente.

El rey Alfonso IX de León aceptó finalmente el mandato de Inocencio III y se separó de Berenguela, la hija de Alfonso VIII de Castilla.

En Noruega murió envenenado el rey Haakon III, y fue sucedido por su primo Inge Boirdsson.

En Egipto murió el judío Maimónides.

Mientras tanto, el Emperador Balduino I y sus vasallos tenían que enfrentarse tanto a los búlgaros, como a los turcos, como a los Emperadores Bizantinos Alejo I, Teodoro I, Alejo III, Alejo V y otros cabecillas que se oponían a la dominación occidental. Entre Alejo III y su yerno Alejo V surgieron fricciones que terminaron en cuanto el primero hizo sacar los ojos al segundo. Luego se lo llevó con él de Tesalia (amenazada por los búlgaros) a Asia Menor, donde finalmente Alejo V fue capturado y asesinado por los latinos. El 6 de diciembre Balduino I derrotó a Teodoro I en Poimanenon. Y, ya en 1205, lo volvió a derrotar en Adramiteo. Teodoro I consideró que su suegro Alejo III sólo le daba problemas, así que terminó encarcelándolo.
Ese año murió el margrave de Brandeburgo Otón II, que fue sucedido por Alberto II.

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