sábado, 25 de junio de 2011

COSERIU, LAPESA Y CHOMSKY

 
Per José Vicente Gómez Bayarri

Los dogmatismos son la antítesis de la ciencia. El gran filósofo Ortega y Gasset ya expuso lo incongruente que resulta creerse en la exclusividad de la verdad al hablar del prespectivismo de la ciencia en su obra ”El Espectador” y el poeta Campoamor dejó escrito, en unos conocidos versos, que “nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. Ideas que vienen al caso para tener en consideración las declaraciones de tres grandes lingüistas que han expresado sus pareceres sobre cuestiones filológicas que tienen vigencia actualmente y pueden aplicarse a la realidad sociolingüística de la Comunidad Valenciana y ayudar a resolver el problema de la Lengua Valenciana.
1. El famoso lingüista Eugenio Coseriu, nacido en Rumanía en 1921, doctor en lingüística y en Filosofía, profesor ordinario de la Universidad de Tubinga (Alemania), titular de la cátedra de Lingüística Románica, Presidente de la Sociedad Internacional de Lingüística Románica y doctor “honoris causa” de numerosas Universidades, creador de la doctrina ligüística denominada del” realismo lingüístico”, que cuenta con numerosos seguidores en diversos países del mundo, al estudiar “Las aportaciones de la investigación histórica para el conocimiento real de la lengua” resume su pensamiento en el aserto “La lengua funciona por y para los hablantes y no por y para los lingüistas”. Para dicho autor, la dimensión futura de una lengua depende de lo que es y ha sido. Solo la historia puede considerar la realidad de la lengua más allá de la simple descripción a que lleva el estructuralismo que estudia exclusivamente un sistema unitario y estático.
2. El escritor, filólogo, académico y catedrático de Gramática Histórica de la Lengua Española en la Universidad de Oviedo, que fue investido doctor “honoris causa” en Abril de 1996 por el Estudi General-Universitat de Valencia, centró su discurso en la dialectología y en los problemas de los contactos de las lenguas afirmando que “ los dueños de las lenguas son sus usuarios y nunca los que desde el poder pretenden encauzarlas, imponerlas o desarraigarlas” y subrayando que “hay que dejar que las lenguas sigan el curso que inconscientemente quieran sus hablantes”. A su juicio, lo fundamental es “tener un sentido lingüístico”, entender que el lenguaje escrito debe sonar a lengua hablada, pues “una lengua escrita sin oírla es una lengua casi muerta, de libro malo, pesado”.
3. El lingüista, filósofo y politólogo norteamericano Noam Chomsky, nacido en 1928, nombrado recientemente doctor “honoris causa” por la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona que participó en un ciclo de conferencias sobre “Lenguaje, ciencia y sociedad” y presentó su libro “Una aproximación a la mente y al lenguaje”, defendió que no sean los lingüistas ni los políticos los que decidan qué es lo que tienen que hablar los ciudadanos, sino que, en todo caso, se limiten a recoger la realidad lingüística de cada sociedad. Para el padre de la Nueva Gramática Generativa “a menudo las decisiones oficiales son solo colores en el mapa”, pues” la lengua no depende ni de los lingüístas ni de los políticos, sino de la gente que la usa”. Para dicho lingüista, el papel de los políticos “se ha de limitar a recoger las aspiraciones democráticas de una comunidad, respetando las circunstancias y peculiaridades de los individuos que la forman”. Chomsky mantiene que “la identidad de un pueblo hay que relacionarla con la estabilidad del poder y con la historia antes que con la lengua”.
Estas tres grandes personalidades del mundo lingüístico de la comunidad científica coinciden en sus apreciaciones con el sentir mayoritario de nuestro pueblo sobre la problemática actual de la lengua valenciana.
De estas manifestaciones se deduce que la lengua es una creación de los hablantes y no un sistema unitario y estático.
La defensa o preocupación de un idioma debe fundamentarse en los siguientes principios básicos:
1. Respeto a la autenticidad idiomática de la comunidad hablante.
2. Derecho de las comunidades lingüísticas al desarrollo de las lenguas y culturas propias.
3. La aceptación de expresarse en lengua materna.
4. La adopción, de forma progresiva, de las denominaciones usuales en las formas toponímicas y lingüísticas, partiendo de la lengua vernácula de ese territorio.

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