martes, 24 de agosto de 2010

OTRA HISTORIA DE CATALUÑA (III)


Autor: Ricardo de la Cierva - 1985

Un libro desmitificador que restablece muchas verdades

El principado
de Gerona

El Compromiso de Caspe llevó a la Corona de Aragón a la dinastía castellana de los Trastamara en la figura de ese político genial que se llamó don Fernando de Antequera. La historiografía romántica fustigó al Compromiso como si hubiera sido negativo para Cataluña, y habló de iniquidad. No tal, Jaime Vicens Vives, el gran historiador catalán del siglo XX lo dice taxativamente: “En Caspe no hubo ninguna iniquidad, porque la proclamación de Fernando era la única salida posible al problema planteado.” Y allí se designó “al candidato mas universalmente aceptado por la diversas estructuras de los países de la Corona de Aragón”.

Precisamente la dinastía castellana introdujo en la Corona de Aragón la costumbre de atribuir al heredero al título de príncipe de Gerona. El año pasado, 1.984, se produjo una cierta polémica cuando una propuesta catalana para reconocer el título de príncipe de Gerona en la persona del príncipe de Asturias don Felipe, encontró, según se dijo, algunas dificultades en la Casa Real. Si fue así, tales dificultades no parecen infundadas. En efecto, don Fernando I de Aragón, hijo de Juan I de Castilla y hermano del primer príncipe de Asturias, concedió el ducado de Gerona a su hijo primogénito, Alfonso, y elevó la dignidad a Principado. Pero los jurados o regidores de la ciudad de Gerona se opusieron a esta concesión, que no se creó oficialmente hasta el 19 de febrero de 1.416.

Como el rey Fernando I murió el 3 de abril siguiente, el infante don Alfonso, que subió al trono como Alfonso V (El Magnánimo) fue príncipe de Gerona durante cuarenta y cuatro días. Inmediatamente el título cayó en desuso durante cuarenta y cinco años. Entonces aparece en algunos documentos atribuido al príncipe heredero Fernando (pronto Fernando el Católico). Ostentaron el título los hijos de Fernando e Isabel, los infantes Isabel, Juan y Juana. La conclusión de Capdeferro es durísima.

“La historia confirma que el título de príncipe de Gerona no solo no fue apreciado en Cataluña (ni siquiera en Gerona) sino que fue prácticamente desconocido y según las épocas incluso oficialmente rechazado y olvidado, por no decir desaparecido. En el resto de España fue generalmente desconocido- No tuvo notoriedad ni incidencia alguna digna de mención. De todo lo cual se infiere que carece de interés histórico”.

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