martes, 10 de agosto de 2010

EN BUSCA DEL CONSENSO PERDIDO


Autor: JOSE ESTEVE RICO SOGORB

Zapatero se pronunció sobre el “Estatut”, aunque sin revelar cómo enmendar la delicada y conflictiva alusión al término «nación», pero, al menos, fue claro y firme: se ha de modificar por consenso y dentro de los límites que permite la Constitución. Asimismo, reconociendo que la única nación es el Estado Español en su conjunto y que los sentimientos de Catalunya, por legítimos que sean —no hay duda—, han de ser compatibles con los intereses estatales constitucionales. Igualmente aseguró que no permitirá que nada atente ni ponga en peligro la unidad del Estado, porque está convencido de que, sin salirse de la Constitución y con el “Estatut”, es posible hilar fino y lograr un punto G epicéntrico de equilibrio entre España —Estado Plurinacional, Nación de naciones, Nación de nacionalidades— y Catalunya —nacionalidad histórica—.
Zapatero fue correcto mostrando diplomacia, serenidad, seguridad, control y aplomo en un tema que crispa nervios, alza pasiones, hiere sentimientos y causa discusiones. Aunque le faltó claridad —por exceso de prudencia política, al no anunciar aún la fórmula a enmendar el concepto «nación» del “Estatut”— en algo empieza ya a tener razón: será imposible o casi imposible o harto difícil pactar con el PP porque mantiene posturas beligerantes, actitudes personales hostiles, considerable cerrazón mental y una campaña de acoso y derribo de mucha presión contra ZP principalmente, con apoyo de medios de comunicación afines. Las formas del PP ya las sabemos: alzar el grito al cielo, rasgarse vestiduras, asustar exageradamente a la ciudadanía, sacar a pasear los ‘doberman’, auspiciar movilizaciones fascistoides con tintes que recuerdan el antiguo régimen y repetir aquello de la amenaza separatista asegurando que España se va a desmembrar. Con todo esto, la imagen moderada, centrista, dialogante, renovada y moderna del PP, queda en entredicho, dudándose de si en el fondo son tan demócratas o si aún mantienen los tics franquistas.
¿La solución? Consensuar enmiendas entre partidos tipo «Catalunya es una nacionalidad histórica con sentimiento nacional y que forma parte del Estado Español, la Nación de España», por ejemplo. Para ello, el PP debe abandonar la hostilidad agresiva y proponer textos que no vulneren ni la Constitución ni el “Estatut”. Menos mal que Rajoy suavizó su actitud reconociendo buen hacer en Zapatero. Por eso, el Gobierno no debe tardar a anunciar su enmienda a presentar. Han de decirla a la ciudadanía para tranquilizar ánimos, que sobra crispación y falta comunicación política. Que el PSOE afine más y que el PP dialogue de verdad dejando de ladrar, por bien de una España unida pero plurinacional y de una Catalunya solidaria, compartida e integradora que vea sus sentimientos reconocidos sin peligros mutuos.

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