jueves, 1 de abril de 2010

LA PREAUTONOMIA VALENCIANA (XII)


SIMBOLOS DEL REINO DE VALENCIA

Tengo que dejar constancia del contenido de la Ley de la Presidencia de la Generalidad Valenciana número 8/1984, de 4 de diciembre, por la que se regulan los símbolos de la Comunidad Valenciana y su utilización. Creo que de esta información los valencianos podremos sacar nuestras conclusiones sobre la actuación política de la izquierda socialista, durante los años en que gobernaron con mayoría absoluta en nuestra Comunidad.

A pesar de que esta Ley de Símbolos obliga a todas las instituciones ha hacer uso de los mismos en la forma establecida por la ley, las instituciones de la Generalidad han hecho caso omiso e irrespetuoso de lo dispuesto, especialmente en lo que se refiere a nuestra Lengua Valenciana (traicionada por el catalán) y a nuestra Real Señera Coronada. Hacen una excepción en lo que se refiere al Himno de la Comunidad. Se utiliza en actos públicos pero vemos con indignación que ninguno de los políticos socialistas lo canta, siendo de vergüenza ajena el comprobar que mueven los labios para dar una imagen de respeto con el mismo, pero ni lo cantan ni lo sienten como representativo de nuestra Comunidad.

Otra cuestión merece comentario. Es el referente a la Real Señera Coronada instituida en la mencionada Ley de Símbolos. A pesar de la obligatoriedad de su utilización en los edificios públicos, la mayoría de ayuntamientos de la comunidad continúan enarbolando en sus balcones y en sus actos oficiales la cuatribarrada o márfega, como un signo de clara provocación a todos los valencianos que vemos con indignación el uso provocativo de su actuación en contra de los derechos del pueblo.

El de mal recuerdo Presidente de la Generalidad, Juan Lerma (PSPV), y sus correligionarios de izquierdas , estaban plenamente decididos a eliminar de nuestra comunidad la Real Señera Coronada y, al no poder utilizar la cuatribarrada, se les ocurrió que podrían instrumentalizar el llamado Penó de la Conquista, reliquia falsificada en la que constan las cuatro barras de Aragón y que, según algunas indocumentadas leyendas, el rey moro Zayyan, al rendir la plaza de Valencia, enarboló en la torre de Ali-Bufat (hoy del Temple), en señal de rendición ante el rey cristiano Jaime I el Conquistador.

La guerra de símbolos siempre ha sido una constante entre el pueblo valenciano y sus políticos, que se han significado por provocar los enfrentamientos y en verdad que lo han conseguido. Su decidida tendencia catalanista se ha ocupado de fomentar estas diferencias entre hermanos. No es que hable de una guerra civil de símbolos pero si de algo parecido. Todo ello con el único fin de que seamos anexionados al estrafalario proyecto de los Países Catalanes de los que ya hemos hecho mención en otros puntos de este libro.

Por ello, se hace preciso dejar constancia de la historia de ascentral de nuestros símbolos las más preciadas señas de identidad, especialmente de nuestra Lengua Valenciana y de nuestra Real Señera Coronada, cosa que me propongo hacer basándome en los distintos trabajos de autores plenamente capacitados para ello, en los siguientes términos: .


Decreto de Bilingüismo.

a) Orígenes y promulgación.

De nuevo tenemos que recurrir a Vicente Ramos en su (de Albiñana...) quien nos hace una referencia muy detallada y extensa sobre lo que se estaba cocinando entre los miembros del “Plenari”, en relación a la instauración del catalán como lengua oficial de la Comunidad Valenciana. Y dice así:

“Ya lo hemos dicho: si el conseller de Educación se llamaba José Luís Barceló, su inspiración fue Manuel Sanchis Guarner.

Hagamos memoria. Hacia septiembre de 1978, el abogado Barceló puso en camino el Plan Experimental para la enseñanza del catalán, eufemísticamente denominado valenciano, en EGB, BUP y FP. Manuel Sanchis Guarner o el Instituto de Ciencias de la Educación (ICE) –tanto monta- tenía el exclusivo encargo, desde cinco años atrás, de la formación del profesorado, redacción de programas y autorización de textos. La Consellería se limitaba a rubricar el sí oficial. Y, de esta guisa, en su primera fase, los profesores que participaron en el Plan fueron 198: 147 de la provincia de Valencia, 29 en la de Castellón y 22 en la de Alicante. En cuando a alumnos, la cifra se situó en 24.507: 17.050 (Valencia), 4.293 (Castellón) y 3.164 (Alicante).

Con Barceló, trabajaban José Luis Sorribes y Sebastián García Martínez.

Que los valencianos no se fiaban de los manejos pancas de la Consellería lo prueba la invocación de Barceló: “llamo al pueblo valenciano para que apoye el Plan que hemos lanzado y que no caiga en esa excitabilidad de si se enseña catalán o valenciano. De lo que se trata es de enseñar nuestra lengua sin incurrir en prejuicios semánticos”.

Bien sabido es que cuando un panca dice “nuestra lengua”, está pensando en lengua catalana.

Se aguardaba la publicación oficial del Decreto de Bilingüismo, negociado o consensuado en 27 de septiembre de 1978, medida que se demoró por los acontecimientos políticos posteriores.

Al ir al cesto de UCD todas las carteras del Consell –9 de junio de 1979-, los consellers pesoistas y comunistas pidieron con toda urgencia la ansiada publicación. Y, por eso, el senador Bebía se quejó 29 de mayo- en la Alta Cámara del silencio administrativo: “A finales de septiembre de 1978 –manifestó- se encontraba ya preparada una propuesta de Real Decreto que el Consell aprobó en trámite de urgencia con el fin de que fuera ratificada en Consejo de Ministros antes del 9 de octubre, Día Nacional del País Valenciano” . A esto añade sin tapujos el senador por Alicante: “¿cuál es la lengua de la mayoría de las comarcas valencianas? ¿Qué lengua es ese valenciano que el Consell pretendía que se incorporara al sistema de enseñanza en su territorio? ¿Hará falta traer el testimonio unánime de todos los romanistas para afirmar que el valenciano es una variante de una lengua común que se habla principalmente en Cataluña, Baleares y el País Valenciano?” Esta lengua “es conocida, en la actualidad, científicamente como catalán”. Por ello, “no hay ningún inconveniente en que se mantenga el mismo nombre de valenciano que ha tenido por razones diversas, una larga tradición, con tal de que exista una clara conciencia de la unidad básica del idioma”.

Así, Bebía explicó al Senado el fundamento político de los Países Catalanes. Con lógica satisfacción, sus colegas catalanes apoyaron el discurso del panca alicantino, mientras el ucedista, también alicantino. Broseta no supo o no quiso desmontar tan frágil tinglado imperialista.

Alentado por Bebía y por Barceló, un grupo de profesores pidió la dimisión del nuevo conseller de Educación, José Peris Soler, ante cuya ofensiva , éste declaró: “En torno al tema del bilingüismo, planteé a Otero Novas (el ministro, a la sazón) la necesidad de que se apruebe el decreto regulador del bilingüismo con la base de todo lo que se lleva hecho ya en este sentido por parte del propio Consell, y estimo que estamos ya en el camino de que el decreto se promulgue. “ Añade que, “en torno al Plan Experimental, todo él se encuentra relacionado con el propio decreto de bilingüismo que el propio Consell, en su pleno del pasado lunes (9 de julio), ha pedido su promulgación y que yo sugería a Otero Novas se hiciese con urgencia”.

Estas manifestaciones, hechas en Valencia, parecen contradecir las efectuadas por dicho conseller en Alicante días más tarde: “Tengo bastante avanzado el estudio para promulgar el decreto de bilingüismo. Las propuestas al Ministerio de Educación serán consideradas por el pleno del Consell el próximo martes, y todo está en función de que lleguemos a un criterio unitario para transmitírselo al Ministerio sobre su propuesta (...). La Consellería de Educación ya trabaja en el desarrollo de este decreto.”

Está claro que el texto remitido por Barceló fue modificado, y así lo confesó Peris: “...con la experiencia adquirida se le ha dado una forma actual, ya que no hay que olvidar que tuve en cuenta todo lo publicado sobre bilingüismo y las intervenciones de los senadores del País Valenciano, al abordarse el tema en el Senado.”

Sin embargo, e.l Texto presentado por Peris “fue acogido por unanimidad y considerado como un triunfo del Consell” en la sesión celebrada por éste en Alicante el 31 de julio. “El texto –sigue hablando Peris- fue acogido con alegría y una enorme satisfacción general, puesto que, aunque las ideas parten de quienes las proporcionan, el que las realiza también lo siente como algo suyo.”

Socialistas y comunistas, pues, otorgaron su conformidad al texto del decreto, si bien aquellos matizaron que: “la aceptación global no implicaba nuestra identificación con el texto ni la identificación con la política educativa de UCD”. Los comunista votaron a su favor, “entendiendo que –pese a ciertas ambigüedades referidas especialmente a la definición científica de la lengua propia de los valencianos-, constituye una base legislativa para ser utilizada eficazmente en la tarea de normalización lingüística en nuestro País. No hemos modificado esta opinión en ningún momento”.

Con tales criterios y salvedades, el Real Decreto de Bilingüismo 2003/79, de 3 de agosto, apareció en el “Boletín Oficial del Estado” el 23 de este mismo mes.

Es significativo que el diario “Avui”, al dar la noticia en su número del día siguiente, informa como sigue: “Según dispone el decreto publicado ayer, el Ministerio de Educación asume como obligación propia la introducción de la lengua catalana en el sistema educativo del País Valenciano”.

Nada de eufemismos. A mayor abundamiento, en la misma página, en recuadro, se dice: “Las notas de urgencia, a propósito de la incorporación de la enseñanza de la lengua catalana en el País Valenciano, nos hablan continuamente de lengua y literatura valencianas, fieles a la letra –y al espíritu- de las normas publicadas en el BOE. Parece que los responsables de la redacción de estos decretos ignoren que el Estado español reconoció hace tiempo al Instituto de Estudios Catalanes, organismo (...) quien sostiene que existe una sola lengua catalana, formada por las variantes dialectales que se hablan en el Principado de Andorra, el Principado de Cataluña, en el País Valenciano, y en las Islas fundamentalmente. Por tanto, hablar de lengua valenciana y de la lengua mallorquina es absurdo”.

Las posiciones se tomaron en el acto. Desde Barcelona, se advirtió de que, en esta materia, la autoridad máxima es el “Institut”, cuyo criterio, por dogmático, es incontrovertible. Nada de Universidades ni de Academias. Sólo el “Institut”.

Pero, contrariado tan absoluto magisterio, el Real Decreto cae en el absurdo, compartido, ¡válgame Dios!, con la más antigua e ilustre tradición literaria valenciana y española, con los más recientes estudios al respecto y con lo aprobado por la Real Academia Española en 1959.

Efectivamente, leemos en el Real Decreto que, “en su elaboración, se ha tomado en consideración las circunstancias sociales y lingüísticas existentes en el territorio” y viene a “regular la incorporación de la Lengua Valenciana en el sistema de enseñanza en el País Valenciano”.

Se dice lengua valenciana sin ambigüedades ni equivocidades. ¡Lástima que los miembros del Consell no haya tomado la denominación lengua valenciana con la unicidad y responsabilidad, explicitas en el documento oficial! ¡La ambigüedad sólo está en las personas!.

Peris Soler se apresuró a recordar que el decreto “hay que verlo como un logro de todo el Consell”, y que, en lo que concierne a la Orden Ministerial que lo ha de desarrollar, “vamos a hacer una llamada total a todas las entidades que tengan jurisdicción y ciencia para dar una opinión científica y objetiva sobre este tema”, pues “la Consellería es un ente político y no científico (...). Los problemas lingüísticos tienen que ser resueltos por la Comisión Mixta que se creará”.

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