martes, 20 de abril de 2010

'¡HE VUELTO!'



Autor: Josep Esteve Rico Sogorb. jueves 18 de mayo de 2006



¡¡HE VUELTO!!Unos pasos alteran mi reposo vespertino. Hoy, martes 16, las luces de la sala, casi a la hora de la siesta, se encienden y ante mi pétrea mirada aparecen unos hombres. Veo que proceden despacio a embalarme y protegerme cuidadosamente. Mi guia favorita, María, me comentó ayer que unos técnicos iban a envolverme entre algodones pero no me explicó nada más. Sólo me adelantó que habría una sorpresa para mi. Ahora, la espera se me hace larga. Ignoro que van a hacer conmigo, si me trasladarán a otro lugar. Llevo años quieta dentro de esta urna, sin moverme y recibiendo innumerables visitas de gentes de toda nacionalidad y condición.Por fin acabaron de envolverme. La sala, mi hogar durante tanto tiempo, y los técnicos, desaparecieron de mi vista. Les he oido comentar que tardaron más de una hora. Eso es mucho, pero me gusta que me trataran con tanto esmero porque, aunque me conservo bien, tengo ya dos mil cuatrocientos años. Los suficientes para extremar los cuidados. El minucioso embalaje me impide ver. Sólo percibo leves vibraciones y pequeños movimientos como si me portaran en andas o tal vez sea la sensación de estar en movimiento, de ir a alguna parte con moderada velocidad. Me recuerda a Helike, cuando me transportaban a hombros o sobre un carro.Oculta mi visión, las conjeturas y las dudas acerca de mi inminente destino me angustian. Mientras perdura esa sensación de movimiento y velocidad voy imaginando posibles finales para este viaje. No creo que me trasladen al extranjero ni que me cambien de museo en la capital. Al menos nada de ello me comentaba María, la guía turística, cuando me acompañaba en los ratos de soledad. Por contra, animaba mi ilusión y alentaba mi anhelo de volver a la ciudad que me vió nacer: Elche. Incluso me informó que el Ayuntamiento ilicitano volvió a solicitar traslado y estancia y que esta vez, las probabilidades de regresar a casa eran casi seguras.No tengo la certeza absoluta pero creo que nos dirigimos a Elche. Ojalá sea verdad. ¡Cuánto tiempo soñando con volver! El movimiento y la velocidad han cesado. Supongo que el viaje ha concluido, que arribamos a destino. De nuevo, esa sensación de ir en volandas, en suspensión para apenas notar el apoyo firme. Las voces y el trasiego enmudecen. Me han depositado sobre alguna superficie consistente. Deduzco que me encuentro en una sala nueva, distinta de la que abandoné horas antes. La impaciencia y el ansia remiten y el cansancio me vence. Dormiré. Soñaré que estoy en Elche. De dónde nunca debí salir.
He despertado. Será ya, miércoles 17. Oigo voces dispares y suaves sonidos de rasgado. Al parecer, comenzaron las tareas de desprecintado y desembalaje. Tras otra larga hora de espera y cautela, las asas y la caja desaparecen. El papel tisú es retirado. Soy colocada en una nueva urna. Por fin, mis ojos ven la luz de la estancia. La mirada se libera quedando al descubierto de una muy, pero que muy bella y debidamente acondicionada sala, seguramente por mi.¡Cuánto honor! Los técnicos realizan pruebas con luces y sistemas de seguridad. Nada comparado con las antorchas de brea y los cerrojos oxidados de Heliké. Comentan que todo va bien, que todo está en perfectas condiciones para el día siguiente. No sé que me espera al amanecer pero intuyo que algo importante. ¡Estoy tan nerviosa!Los técnicos se marcharon y las luces se apagaron. Unos hombres uniformados y armados me vigilan de cerca. La impresión que me causan, es similar a la que sentía cuando los guerreros heliketanos me custodiaban con sus lanzas, falcatas y escudos. ¡Me siento tan protegida! Es de noche, lo sé y lo percibo a través de un tragaluz de la sala. ¡Pero qué ven mis ojos! ¡A través de la abertura estoy contemplando hojas de palmera! ¡Eso significa que estoy en Elche! ¡Al fin el sueño se hizo realidad! ¡Gracias, oh, diosa Tanit, por escuchar mis ruegos y cumplir mis deseos!La noche transcurre lentísima, casi perenne, agónica. No puedo dormir. La emoción me embarga sólo de pensar que al amanecer veré a mi pueblo. Las horas pasan muy despacio. De súbito, cuando casi parecía imposible, con el nuevo día, el jueves 18, las luces se encienden, los técnicos irrumpen en la sala y se ultiman los detalles. Y ¡ooooh! Ante mi se presentan grupos de personas sonrientes, bien trajeadas para la ocasión, tan solemnes como en las ceremonias a los dioses en Heliké. Luces intermitentes de cámaras fotográficas inundan la estancia y me hacen parpadear. Mi intuición me dice que son personalidades ilustres. Tal vez jefes, capitanes, sacerdotes o príncipes. Uno de los guardias comenta que se trata del alcalde de Elche y la Infanta Cristina. ¡Cómo han cambiado las cosas! En mis tiempos, el jefe y la princesa del poblado. ¡Qué halago contar con tan excelsas y majestuosas presencias!Mis ojos se tornan vidriosos. La humedad pétrea acompaña a una plena sonrisa de satisfacción y orgullo. Se evidencia mi gratitud por el regreso.Soñé con volver. Y el anhelo se cumplió.Gracias, Elche, porque...¡He vuelto!Josep Esteve Rico SogorbEscritor y periodistaMiembro del Grupo Poético 'Abril 2005'Presidente del Grup Cultural Ilicità Tonico Sansano.

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