domingo, 15 de noviembre de 2009

LOS ENEMIGOS DE VALENCIA

EL PUEBLO DIARIO REPUBLICANO DE VALENCIA

Jueves, 20 de junio de 1.907

La prensa catalanista anda estos días muy preocupada organizando la expedición de “segadors” que ha de desembarcar en el puerto de Valencia el día 29 a las diez de la mañana, para dar el abrazo fraternal a la trinidad pepino-vinatera que pretende regenerarnos entre calabazas, alcohol y lanas.

Y con ocasión de ello nos endilgan sus correspondientes chinazos en un castellano pésimo, que necesita ser leído varias veces para poder entenderlo. Son enemigos hasta del idioma estos cerebros de primera, y se necesita un poco de buena voluntad para poder descifrar sus logorreas que se agitan en un mar de proposiciones inútiles.

Pierden el tiempo los periodistas catalanistas al escribir en la forma que lo hacen, porque el ambiente contrario a este viaje de señores egoístas no se puede deshacer. Hay varias razones para manifestarse hostilmente en día de su llegada, y ciertamente no escapan a la vista de los jefes solidarios, por cuanto ellos no se arriesgan a venir, considerando que tal viaje, además de revelar un cinismo estupendo, es una burla cruel que se hace a esta región, victima siempre de los brutales aranceles proteccionistas.

En primer lugar conviene dejar sentado que los que a bordo del “Brasileño” llegarán el 29 no son catalanes, son catalanistas. Aquellos son apreciados en Valencia, como ha dejado ya de modo explicito probado esta culta población recibiendo amorosamente a cuantos hijos de aquella región vinieron en calidad de forasteros o visitantes. Ahí están para no desmentirnos el viaje que hicieron los coros Clavé y cuantas veces vino la Banda Municipal de Barcelona, en que todos rivalizamos en agasajar y obsequiar a los que eran nuestros huéspedes.

“La Tribuna”, el ex diario canalejista, quiere, pasándose de lista, hacer ver que en Valencia el partido republicano de la Unión es enemigo de Cataluña y de los catalanes. Se equivoca, y permítanos el colega catalanista que le digamos que eso es una habilidad trasnochada propia de los tiempos en que imperaba el progresismo histórico; aquí. Señores de “La Tribuna”, de lo que se es enemigo es de esa amalgama Solidaridad, en la que ingresaron todos los partidos que tuvieron en mas estima la ambición que la dignidad, todos los personajes y personajillos que apreciaron mas el odio y el despecho que el pudor.

Cataluña y el pueblo catalán tienen en Valencia y en nosotros unos admiradores entusiastas, porque sabemos apreciar la virilidad de una región que sabe trabajar progresivamente haciendo un buen uso de sus altas virtudes cívicas que sabe concretarlas en obras tan sublimes como la Casa del Pueblo.

Pero la desviación del carácter catalán, ese sentimiento mezquino que no mira mas que al cajón y aprovecha todo movimiento para dar satisfacción a su sed de avaro, a su avaricia, en una palabra, sin pensar que ello puede redundar en perjuicio de otras regiones, es lo que inspira nuestra antipatía, nuestra repulsión y nuestro odio.

¿Cómo se ha de odiar a Cataluña si ella, junto con las demás regiones, integra la nación que tan desdichada hicieron los desgobiernos de los políticos monárquicos? ¿Por qué se ha de ser enemigo del pueblo catalán, si éste como el valenciano, el andaluz, el gallego, el castellano, fue a morir pacientemente a la manigua cubana en los barcos de ese gran chupóptero catalanista marqués de Comillas? ¿Acaso este pueblo catalán no sufre las implacables persecuciones de unas leyes burguesas, y no padece iguales tiranías en Barcelona que en el resto de España?.

Todos somos hermanos en injusticias y todos soportamos los dolores que producen los irritantes privilegios, de los que son primeros en disfrutar los personajes motores de Solidaridad Catalana, y a todos nos interesa luchar porque termine el régimen de aprobio y desigualdad que tiene aherrojada y humillada a la nación española.

Valencia de lo que es enemiga es de una conjunción catalanista, que no se reúne para otro fin que para la consecución de unos aranceles proteccionistas que salven los intereses de unos cuantos, aun cuando ello ocasione la ruina de los productos de las demás regiones. Valencia acepta la lucha económica en la libre concurrencia de productos noblemente, justamente; pero lo que considera indigno, y más que indigno villano, es la hipocresía de encubrir las aspiraciones egoístas con la máscara de un partido potaje que llegó al Congreso para desleírse en verborrea vulgar y ridícula.

No, aquí no se odia a Cataluña ni se tiene como catalanes a los que vienen el día 29; se les juzga como catalanistas, como enemigos de los intereses de nuestra región y por eso consideramos un delito de leso valencianismo el recibirlos con palmas y vítores.

No hay que confundir los términos, señores de “La Tribuna”. Los catalanes son nuestros hermanos, y éstos siempre tienen nuestros brazos abiertos; los catalanistas son nuestros enemigos y como tales les hemos de tratar y recibir.

Dicen que vienen a acabar con el partido que sigue a Blasco Ibáñez, a terminar con su obra y con su influencia, y para ello reclutaron a todos los carlistas recordándoles que ahora es el momento propicio para vengar la pedrea contra la peregrinación, el recibimiento a Cerralbo y las diatribas del ilustre novelista contra el partido vergüenza de España.

No saben siquiera engañar a la gente. La peregrinación catalanista cubre a una bandada de facciosos carlistas, y Valencia demostrará el día 29 que odia tanto a los súbditos de Carlos Chapa como a los catalanistas insultantes.

Ya verá “La Tribuna” como no tenemos que apuntar ningún fracaso ni tomamos tizas de tila. Eso queda para los que huyen vergonzosamente de San Sebastián corridos a bofetadas y a puntapiés.

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